lunes, 8 de julio de 2013

Bachelet, ¿para qué quieres una nueva Constitución?


La discusión desde que la candidata presidencial de la Nueva Mayoría anunciara su intención de cambiar la actual Constitución, se ha centrado en los métodos que utilizaría para llevar a cabo tal objetivo. Los radicales y comunistas, haciendo eco del clamor popular (independiente si lo hacen por márketing o convicción), han postulado como camino la Asamblea Constituyente. El resto de la Concertación en cambio, al igual que la ex mandataria, prefieren anteponer la vía institucional, a través del parlamento y el quórum binominal, antes que buscar métodos alternativos, como lo señala el mismo Atria.

No obstante, han obviado algo fundamental en el desarrollo de la nueva carta magna, y es precisamente el qué tendrá de nueva. El año 2005, el entonces presidente Ricardo Lagos, firmó la Constitución de Pinochet asegurando que "ya no nos divide como país", eso luego de haberle hecho algunos cambios netamente administrativos, en cuanto a la duración del cargo de Presidente y algunas facultades del Congreso. Hoy en día, Bachelet sólo ha señalado la necesidad de una nueva Constitución, en la que el Estado sea garante de los derechos ciudadanos y de lo público, pero no ha señalado cuáles son esos derechos, y qué es lo público que debe garantizar.

El 7 de junio, la presidenciable dio a conocer su proyecto para la reforma educacional, sustentado en una reforma tributaria, que apunte a la gratuidad universal en un plazo de 6 años. A parte de que su eventual gobierno sólo durará 4 años, por lo que es fraudulento hablar más allá, está afirmando de manera tácita, que su nueva Constitución no estará lista en su período, o bien, que no será capaz de garantizar el derecho universal a la educación una vez redactada. De esta contradicción se puede deducir que Bachelet está trabajando en la reforma educacional, basándose en el actual modelo político, y conforme a las disposiciones legales que establece la actual carta magna y el código civil, dado que teme no conseguir el quórum para validar una nueva Constitución que garantice este derecho. Pero, ¿realmente quiere hacer los cambios que tanto anuncia?

El paso de Bachelet por la Moneda dejó altos y bajos, caracterizándose por ser un gobierno asistencialista, que creó la ilusión de una "cercanía con la gente", valiéndole una salida con un histórico 80% de aprobación. Sin embargo, con el paso del tiempo y el boom de las redes sociales, han ido saliendo a la luz decisiones tomadas por la ex mandataria, que hoy han reducido casi a la mitad su popularidad, incluyéndose la aprobación de 42 centrales termoeléctricas y 47 hidroeléctricas; el cambio ilegal del uso de suelo en un área verde de Campiche; la militarización de la Araucanía y la aplicación de la ley antiterrotista, que provocó el asesinato de 7 comuneros mapuche a manos de Carabineros; la privatización del Mar Austral en su último día de gobierno; la aprobación del megaproyecto minero Pascua Lama; su apoyo a HidroAysén; la instalación de la planta de cerdos en Freirina y el vinculo de su hijo con Agrosuper; la inclusión de la marihuana como droga dura, penalizando su autocultivo en la ley 20.000; la introducción del Convenio UPOV 91, que privatiza la semilla agrícola, permitiéndole a Monsanto ingresar y manipular transgénicos sin rotulado; y la inolvidable traición a los pingüinos el 2006, tras la firma de la LGE y la represión del 2008, cuando los estudiantes salieron a manifestar su rechazo a la ley. El tema del terremoto ya está muy trillado por la derecha golpista, así que no lo usaré como recurso, porque Piñera en su lugar, hubiese actuado peor que con la reconstrucción.

En fin, el prontuario de Bachelet es extenso, y podría seguir en aumento. Entonces, cabe preguntarse, si hace 4 años no fue capaz de instaurar los cambios que hoy pregona, actuando de hecho de la forma contraria, reprimiendo a los estudiantes y validando el sistema impuesto en dictadura, ¿por qué hoy sí lo haría? Podríamos creer que la baja aprobación que hoy tiene la Concertación, sumado al desesperado intento por recuperar el poder, podría llevarlos a concretar más de una promesa de la actual campaña, pero sin duda que pecaríamos de ingenuos. Y basta con ver el quite que le están haciendo a la Asamblea Constituyente, intentando llevar la modificación de la Constitución al Congreso, lugar en el que saben que quedará estancada por los votos de la derecha y uno que otro traidor de la DC. Por supuesto, cuando ésto suceda, se lavarán las manos diciendo que hicieron lo que pudieron, y la gran promesa habrá quedado en nada. Esto lo tienen claro, es por eso que siguen trabajando en propuestas apegadas al actual sistema, para ganar tiempo e impedir el enfado generalizado de la ciudadanía.

Si embargo, es evidente que ante tal fracaso constitucionalista, las masas saldrán a la calle exigiendo la vía de Atria del plebiscito, y no tendrán otra opción que acatarla. Es entonces dónde el título de esta nota recobra sentido; si Bachelet no plantea grandes reformas, ¿para qué quiere una nueva Constitución?

Hasta la fecha, la ex mandataria ha omitido tener en su programa la renacionalización de los recursos naturales, tema que no debiese ser nuevo para ella, además de carecer de una propuesta en salud, y una solución concreta al sistema previsional, ya que su propuesta de una AFP estatal mantiene el lucro en las privadas. Si ya vimos su inconsecuencia en materia educacional, la ausencia de temas clave en materia de derechos y bienes públicos, nos devuelve a lo planteado en el segundo párrafo. De nada nos sirve una nueva Constitución que no garantice el acceso universal a educación y salud públicas, ni menos que no recupere el agua, el cobre y el litio para los chilenos, ni reconozca al Pueblo Mapuche y el derecho ancestral sobre sus tierras. No considerar estos aspectos, es no realizar ninguno de los cambios que impulsan a la gente a marcar "AC" en los votos, y sería tener una carta magna igual a la anterior, sólo que con la firma de Bachelet, en vez de la del dictador. Estaríamos entonces, ante la presencia de un Ricardo Lagos 2.0.

Y poniéndome sensacionalista y suspicaz, alguien que defendió la inversión extranjera y promovió la privatización, a través del lobby con grandes transnacionales, las cuales le devolvieron la mano poniendo su nombre en la dirección de una alta organización internacional como ONU Mujeres, provoca demasiada desconfianza con su real objetivo de volver al país y candidatearse a la Presidencia. ¿Será que realmente pretende evitar a toda costa la inclusión de materias estatizadoras en la Constitución, para no perjudicar al empresariado yankee ni los negocios de Pérez Yoma y cía. lmtda., llámese Concertación? ¿Realmente habrá venido a poner paños fríos al movimiento social, tipo Parisi -invento de la derecha, del cual ya me referiré en otra nota-, para que no sean otros candidatos los que sí realicen los grandes cambios que el país pide y merece? La dejo en el aire, a ver si alguien hace eco y se anima a buscar debajo del agua. De momento, a exigir que estos temas se incluyan en la nueva Constitución y el programa de los presidenciables, ya que no basta con matrimonio igualitario y aborto teraupético, para generar equidad de derechos y justicia social. El tiempo de Chile llegó.

jueves, 28 de abril de 2011

Relatos más, relatos menos


Mientras en la Alameda marchaban miles de estudiantes exigiendo reformas sociales de educación, yo me encontraba con mi notebook sobre las piernas, sentado en medio de la sala de espera de la oficina de Crédito Universitario de la Usach, esperando mi turno para que un funcionario con cara de apestado me informara el monto a que ascendía mi siempre ascendente deuda con la institución académica pseudoestatal.

Revisando mi mail, vi que tenía un nuevo follower en un blog llamado Parricidio Nacional -momento, ¡mi blog!-. No había vuelto a escribir en él desde el incendio en la cárcel de San Miguel, pero por lo visto seguía conteniendo información -conspirativa y consensual- que era valiosa para alguien que no fuera yo. Por esa razón, decidí ponerme la pilas y empezar a redactar una nota, que sólo pude terminar una vez de vuelta en mi desolada e indolente ciudad.

¿Qué podría escribir después de 4 meses de inactividad bloguística? Tantas cosas han pasado en Chile y ese mundo tras la Cordillera y el Océano Pacífico, que tomar esa decisión merecía un largo tiempo de introspección. Pero como soy algo impulsivo e impaciente, solté lo que tenía más punzante en mi cabeza desde algunas semanas: el relato. ¿Cual relato? El de Rafael Garay borracho en el matutino de TVN, claro que no. El relato al que me refiero es el de esos personajes flaites, de terno y corbata, que de vez en cuando aparecen en televisión intentando engrupirse a medio mundo con que la alegría ya viene, y que tendremos una nueva forma de gobernar. Para ser más directo, me centraré en este último tipo.

El Senador Pablo Longueira (UDI) puso el tema en el tapete, criticando la falta de relato político del Presidente Piñera, lo cual dificultaría una posible continuidad de la derecha en el poder, en las elecciones venideras. Como ejemplo puso los slogans de la Concertación con los que según él "la ciudadanía se identificó" (Gana la gente, Crecimiento con equidad, etc), y de los cuales carece el actual Gobierno. Por supuesto, muy consciente de que es la gente la que se crea una percepción del relato, no se arrugó en intentar imponer su propia visión señalando los logros alcanzados, como los 200 mil empleos y como no, los 33 mineros.

Ahora bien, si el Senador espera que sean recordados por eso, no sé de que se queja, ya que Piñera está pasando a la historia como el Presidente de la reconstrucción, los mineros y las contrataciones temporales -precedidas de despidos masivos, claro-. Lo que realmente le preocupa son las cosas negativas, que hoy son incontablemente superiores a las victorias político-económicas que han conseguido. ¿A la gente realmente le importa que Chile haya crecido un 5,2% el año pasado? ¿En qué se reflejó? Sus logros parecen inverosímiles cuando recordamos la llamadas "piñericosas", con helicópteros en pana, frases hitlerianas, marepotos y tusunamis que sólo causan carcajadas y bochorno para el chileno común.

La mala imagen, o en sus palabras, el mal relato que se está formando la administración Piñera, es para Longueira lo que puede costarles el poder en dos años más. Pero eso radica más allá del morbo de los disparates presidenciales, pasa principalmente por las decisiones que han hecho a medio Chile salir a las calles en ya varias ocasiones. Los mapuche, las termoeléctricas, la privatización de la educación y la salud pública, el alza del gas en Magallanes -imposible olvidarlo-, y la cantidad de errores administrativos que le han costado el cargo a intendentes, seremis y ministros al por mayor. El llamado de atención de Longueira no es por la falta de relato, sino por la contradicción del mismo acorde lo prometido en campaña. ¿Qué pasó con el Cambio?

Sin embargo, no quiero quedarme con un análisis tan banal del Gobierno, que cualquiera de ustedes podría hacer mejor que yo, así que voy a enfocarme en un plano más personal, al hueso mismo de mi espina dorsal. Como sabrán, a principios de año tuve un encontrón con la directiva nacional de mi entonces partido, el PRO. Lo que me llevó a disparar tweets en contra, fue precisamente la contradicción del relato con los hechos. Era evidente que un mando medio sería pisoteado por el superior, pero parece que les dolió en serio, de lo contrario no se entendería que quienes se hacen llamar tolerantes, pluralistas e incluyentes, no sólo me tildaran de díscolo, sino también vetaran mi participación en la esfera programática provincial.

¿Pero qué ha cambiado en el PRO desde mi renuncia? El relato sigue siendo el mismo, proponen una "nueva alternativa", mientras dialogan pactos con la Concertación para las Municipales; dicen que harán primarias para cada cargo público, pero los candidatos a alcalde ya fueron designados a dedo en la mayoría de las comunas; proponen una agenda activa, pero siguen sentados, dialogando entre las cuatro paredes del think tank, mientras Marco sonríe a la prensa. ¿Lo nuevo, lo diferente?

Intentar cambiar la política no es algo que funcione de la noche a la mañana, así como tampoco puedes presentar un relato y cambiarlo al día siguiente. La gente, el votante potencial para los políticos, compra el relato que tú le vendes, tenga éste o no validez a la hora de aplicarlo. Si suena bonito, prometedor y hasta utópico, puede que obtengas una amplia mayoría sobre tu adversario más cercano. No obstante, si finalmente tu actuar no concuerda con el relato, el costo político se verá reflejado en la siguiente elección, a menos que tengas suficiente dinero para regalar canastas familiares por montón...

Ciertamente el relato del PRO vende, y vende harto, sobretodo en los jóvenes inexpertos en política -como yo-. Hace unos meses, leí un texto que hablaba de como funcionaba el acto de doblepensar en la política tradicional. Entiéndase, de manera simple, el doblepensar como el trasfondo tras el relato que ofrece un político. A modo de ejemplo, Evelin Matthei llega a San Antonio a ofrecer mil puestos de empleo, copando las portadas de diarios y los programas de televisión local. La gente, entusiasmada, va a dejar su currículum. Tiempo después, siguen todos cesantes y se decepcionan de la ministra, pero nadie se entera de que mientras la atención estaba enfocada en la feria laboral, el Presidente firmaba el Decreto Supremo Nº130, que entrega la concesión de todo el borde costero de San Antonio a la Empresa Portuaria, privatizando de paso la playa de Llolleo.

Doblepensar es, engañarse a si mismo y a los demás con una "mentira piadosa", en beneficio de un objetivo mayor. Para nadie es raro que la derecha vote a favor de proyectos contaminantes, para recibir beneficios extraoficiales de índole económica. Lo que pocos perciben o bien, no le toman el peso, es al como fueron engañados con el relato de campaña de "promover las energías limpias y renovables". Doblepensar en su más pura expresión, pero aún así hay muchos que prefieren hacer oídos sordos, con la esperanza de que en algún momento cumplan con lo prometido. Lo mismo pasa en el PRO, conozco a muchos militantes activos que no hacen más que quejarse de cómo se están haciendo las cosas, pero no se atreven a hablar ni a hacer una férrea oposición a esas irregularidades, por miedo a quedar sin un espacio político o más aún, sin un pituto para acceder a un cargo público.

El relato está y siempre estará sujeto al acto de doblepensar, por lo que empuja a desconfiar cuando viene de alguien ligado a la política en general. ¿Cómo podemos entonces hacer que la gente confíe en nosotros?, se preguntará el progresista o político 2.0 en formación. Esa respuesta deberían estar buscando en sus reuniones y asambleas, más que enfocarse en quien ocupa este y tal cargo. Pero como soy un niño bueno y en estos últimos meses no sólo me he dedicado a hibernar, les daré un empujoncito para ver si crece la bola de nieve y agarra fuerza.

Cuando nos proponemos cambiar la política, estamos hablando de hacer lo opuesto a lo actual, pero en un buen sentido, claro está. Es un llamado a ser en lo posible, lo más políticamente incorrectos que el sistema nos permita, ajustándonos al ideal colectivo que nos une como entidad jurídica -en el caso de un partido-. Se me ocurre, por tanto, dejar de lado los tecnicismos y mandar el relato a la cresta, donde nadie lo pueda encontrar, y en vez de usarlo como plataforma hacia la acción, actuar primero y dejar que sea la gente, el ciudadano común, quien arme el relato por nosotros según lo que esté viendo, de manera tal que debamos actuar a conciencia, sin doblepensar, para generar la imagen que queremos proyectar. No olvidemos que la identidad no la creamos nosotros, sino quienes nos rodean, y si queremos cambiarle el switch a este mundo, debemos cambiarlo primero nosotros, y estar dispuestos a sacrificar el poder en pos de nuestros ideales.

¿Quieres una comuna mejor? No esperes a obtener los votos para hacerlo, empodera a quienes te rodean y todos juntos encárguense de arreglarla. No eres imprescindible, no lo olvides, a menos que te sientas un político más del montón. Por supuesto, somos libres de tener nuestros propios puntos de vista al respecto.

martes, 21 de diciembre de 2010

Los Candados del Infierno


Hace dos semanas, 81 chilenos murieron de una forma horrible, en un incendio en la cárcel de San Miguel. Hace un mes, 20 coterráneos murieron en un inexplicable accidente vehicular, en la Autopista del Sol, a la altura de Talagante. El factor común de estas tragedias, fue una vez más la negligencia Gubernamental. Un Estado, o más bien, un grupo de individuos ansiosos de poder y dinero, que se escudan tras las banderas del progresismo y del catolicismo, respectivamente, fue el responsable de la falta de prevención y de acción, que hubiesen evitado estas muertes absurdas e innecesarias.

Como un triste déjà vu que me trae a la cabeza el título de mi nota sobre los 33 mineros ("El Parche en la Herida"), volvemos a ser testigos de la ineficiencia y el egoísmo de las autoridades tanto de izquierda como de derecha, que dejaron durmiendo por años proyectos de ley que regulaban el hacinamiento carcelario y el uso de cinturones de seguridad en los buses, mientras se dedicaban a debatir si era prudente subirse el sueldo a ellos mismos.

Una vez más dejamos que la desgracia tocara nuestra puerta, vestida de terno y burlesca, para hacernos ver la sutileza con la que dejamos pasar los problemas ajenos, aduciendo a que "nunca me pasará a mi". No exigimos mejoras, no apoyamos causas humanitarias, mientras no nos afecte a nosotros. El déjà vu es constante; creo haber escrito esto más de una vez, en estos dos años de bloggeo intermitente.

Esta vez mi dedo punzante pero resbaloso, no reposará sólo sobre el Gobierno de turno. No saco nada con hacerlo, ya que Tatán ni mandado por su señora leerá esto -tal vez, si le tiro un dólar lo piensa-. En esta ocasión apuntaré a ustedes, a mis contados pero valiosos lectores, tan incólumes y tecnoadictos como quien escribe.

No es su culpa, lo reconozco, que hayan perdido gran parte de su capacidad de impresión, ante tragedias de este tipo. No es su culpa que hayan crecido en medio de una sociedad arribista, consumista y competitiva, y que los hayan acostumbrado a ver y creer como cierto cada hecho que aparece en la prensa fascista y chupamedia, regida por las normas del mismo Estado que permite que la señal llegue a sus televisores.

No es su culpa haber sido formados en la base del miedo, del terror a ser asaltados, maniatados, agredidos, torturados, violados, asesinados o abducidos por los marcianos, pero si es su culpa el velar sólo por su propia seguridad y la de sus familiares. Es culpa suya -y mía- el no pensar como sociedad, como una comunidad unida, donde dependemos los unos de los otros. Es nuestra culpa no valorar la diversidad, la necesidad de que pensemos y actuemos cada uno distinto, y en su lugar sólo discriminamos y omitimos lo que no nos identifica.

Tachamos de "flaites" a quienes viven en poblaciones, acusándolos, sin conocerlos, de delincuentes y narcotraficantes, y exigiendo el máximo rigor de la Ley para ellos. Creemos que es su estilo de vida, que ellos escogieron ser así y que es imposible cambiarlos, así que los metemos dentro de pequeñas celdas para que estén todos juntos, "en su ambiente". Ignoramos y no nos importa saberlo, el drama familiar detrás de ellos, las conductas heredadas de los padres, la falta de estudios, la necesidad de alimentarse y vivir, cuando todo el mundo te cierra la puerta por tu procedencia o historial financiero.

"Mátenlos a todos", habrá dicho algún jovencito rubio de ojos claros, en la comodidad de su piscina en el barrio alto, sin saber qué decir cuando el 8 de diciembre la cárcel ardió. Mudos se quedaron también los gendarmes, a esas horas en que estaban tan borrachos como los pacos de San Joaquín. Los únicos que dieron el grito en el cielo fueron los defensores de los Derechos Humanos, quienes pedían un trato digno para los detenidos, mientras tiempo atrás exigían la horca para los cómplices de Pinochet.

No confundan lo que digo. El día de la tragedia penitenciaria, postié en mi Twitter una pregunta que a simple vista parecía sencilla de contestar: "¿Quienes violan los DDHH, pierden sus Derechos Humanos?". Las respuestas fueron de toda índole, pero todas iban a lo mismo, a que sin importar color, sexo ni religión, los DDHH son innegables para todos. Es fácil decirlo, es difícil pensar en todas las implicancias, y aún más complicado ponerlo en práctica. Si hay algo que podemos rescatar de esta nota, que sea esto, recordar que todos merecemos la misma dignidad, las mismas oportunidades y la misma responsabilidad, seamos como seamos, vengamos de donde vengamos. Los candados del Infierno no son los que impidieron el rescate de los presos ni los que faltaron en los asientos del bus siniestrado, sino los que nos van cerrando el corazón y los ojos, a medida que pasan los días y los meses. Feliz navidad.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Más Revolución y Menos Reformas


En Chile, en menos de 5 años, dos Gobiernos han querido hacer pasar dos reformas educativas como soluciones al déficit igualitario y de calidad. La primera, antecedida por una mal llamada Revolución de los Pingüinos, que terminó con una manito de gato a la LOCE dejándola como LGE, donde sólo se consiguió la gratuidad parcial de la PSU, y una mejora a las becas alimenticias, más no así al organismo encargado de darlas en concesión. La segunda, anunciada en cadena nacional por el hombre de la eterna sonrisa, que hacía hincapié en el tema económico y los estándares internacionales que se pretenden alcanzar.

No puedo decir que esta última reforma es del todo mala, ya que siempre son bienvenidos nuevos recursos que ayuden al trabajo educacional y la dignidad del profesorado, pero sí puedo negar tajantemente la insinuación de Piñera de que esta reforma "apunta al corazón del problema". Vayamos por partes. En un país donde la brecha entre ricos y pobres es la más alta de toda Latinoamérica, y donde la cantidad de personas que ganan menos de 102 mil pesos mensuales son casi 6 millones, un 35 % de la población total, decir que sólo la calidad de la educación es el problema y no la creación de oportunidades, es una aberración terrible.

¿Cuántos jóvenes con ganas de estudiar no pueden hacerlo, porque no tienen ingresos ni para optar a un crédito? El Gobierno ha dado un primer paso importantísimo en esta materia, al otorgar la gratuidad para los alumnos que obtengan sobre 600 puntos en la PSU y opten por la carrera de pedagogía, pero es precisamente en este punto donde tropezó y se cayó de hocico. Que un estudiante sepa de memoria fórmulas y definiciones no lo harán un mejor profesional por obra y gracia del Espíritu Santo, y menos un mejor profesor. Hay personas que sin siquiera serlo, enseñan mejor que cualquier maestro en las áreas de su conocimiento, y eso es algo que se llama vocación. Muchos jóvenes que no tienen esa vocación de educadores, pero que tampoco tienen los recursos para estudiar otra cosa, se verán obligados a elegir pedagogía para poder sacar un título que les permita salir de la miseria (y entrar a otra). Eso sumado a la misma malla curricular y la misma forma de transmisión de contenidos por parte de los profesores universitarios, no sólo seguirá creando docentes malos, sino también docentes sin vocación, lo que es aún peor.

Una solución alternativa al punto de los recursos, es utilizar la misma cantidad que se destinará en becas de pedagogía, para crear una universidad 100% estatal, gratuita, que imparta todas las carreras y a la que sólo puedan postular jóvenes cuyas familias ganen por debajo del sueldo ético. De nada sirve incentivar a que hayan más profesionales en una sola carrera, cuando no se ha solucionado el problema de fondo, que es al que voy ahora.

Hace unos días se supo de la próxima fusión y cierre de colegios de Cerro Navia, La Pintana y otras localidades, aludiendo a la falta de recursos de estas municipalidades, lo que dejará sin trabajo a cientos de docentes y auxiliares, mientras que aumentará hasta 45 el número de alumnos por sala de clases en los colegios fusionados. Hoy, mientras el Gobierno se llena la boca diciendo la cantidad de dinero que se invertirá en "La Gran Reforma a la Educación Chilena", en los barrios más necesitados la situación se hará aún más crítica con estos cierres. De aquí se pueden resaltar varios aspectos importantes que debieran ir incluidos en esta reforma para ser exitosa; el primero, es evitar que los problemas monetarios sigan interponiéndose en el desarrollo y el futuro de los niños, y para esto la educación municipalizada debe reemplazarse por una estatizada, que garantice la igualdad en la entrega de subvenciones y vele por el mantenimiento de la infraestructura, sin importar que sea una comuna más rica o más pobre. El segundo punto es avanzar hacia una educación personalizada, donde el profesor pueda concentrar sus esfuerzos en los alumnos que más les cueste entender la materia, y para eso es fundamental la reducción del número máximo de estudiantes por curso, si es posible hasta la mitad, lo cual no sólo beneficiará el aprendizaje sino también el control del alumnado y la disminución de los casos de bullying.

Creer que los incentivos pueden dar resultados, cuando el sistema educacional es el malo, es otro craso error del Gobierno, que con acelerar la jubilación de los docentes sacará del medio a personas expertas en educación, que cuentan con una experiencia y trayectoria de la que carecen los profesores recién egresados. Instaurarles una evaluación es someterlos aún más a presión, ya que serán despedidos sin contemplación en caso de obtener un puntaje bajo, lo cual marcará sus vidas profesionales impidiéndoles encontrar un trabajo estable. Parece haber un empeño en castigar al profesorado con estas medidas que inspiran terror a equivocarse, a tener que ser perfectos y no aprender de los errores. ¿Por qué no se aplica un examen anual a médicos, ingenieros, arquitectos y funcionarios públicos, siendo que de ellos también depende nuestra calidad de vida?

Piñera y Cía siguen anteponiendo los números por sobre el desarrollo de las capacidades humanas. Incorporar más horas de lenguaje y matemáticas con el puro fin de aumentar los resultados SIMCE y PSU, es una prueba de ello. El método cuantitativo de educación quizás sirvió durante la Revolución Industrial y principios del siglo XX, pero hoy está obsoleto debido al mundo globalizado y tecnológico en que vivimos. Hoy debiese ser instaurado un sistema cualitativo, donde se resalten los atributos y capacidades propias de cada persona, que se diferencian la una de la otra. No podemos esperar que todos salgan como robots de las escuelas, sabiendo y viendo el mundo de la misma manera. El cerebro humano está dividido en dos partes, la científica/racional y la humanista/artística, y una de ellas tiende a desarrollarse más que la otra, de manera distinta en cada individuo. Es así que vemos estudiantes que son brillantes en química, pero que son un desastre en artes plásticas.

Es fundamental empezar a desarrollar las habilidades y talentos de cada niño desde la Enseñanza Básica, y potenciarlos durante la Enseñanza Media; la Básica es precisamente, como dice su nombre, la impartición de conocimientos básicos que le serán de utilidad a los niños durante toda su vida, mientras que la Media o Secundaria, es para preparar el camino que lo llevará a una Enseñanza Superior. En este aspecto, es necesaria una verdadera Revolución de la forma en que se imparten las clases, ya que en la Secundaria de nada le sirve a un joven aprender álgebra o logaritmos, cuando lo que a él le gusta y quiere estudiar es literatura. Propongo entonces un sistema de Bachillerato, donde los ramos de la Enseñanza Media sean optativos y cada alumno los pueda elegir para armar su propia malla curricular, la que le servirá como base potente a la hora de escoger una carrera adecuada a sus capacidades.

Es tiempo de dejar de lado la memorización y enseñar a pensar de verdad a los niños. Ellos deben ser capaces de resolver por sus propios medios los problemas de la vida, y no creer que lo que sale en los libros es la única solución posible a todos ellos. El profesor debe ser una herramienta de guía, para que el alumno descubra por su propia cuenta y percepción, cual es el mundo que lo rodea.

Las reformas sólo sirven para tapar con maquillaje las verdaderas falencias de este sistema corrupto y neoliberal, que teme quitarles la venda de los ojos a los trabajadores y que vean más allá de lo que se les decía que era cierto. Los que hoy ostentan el poder se rehúsan a perderlo, y es por eso que hacen lo posible para acallar las conciencias y dormirlas entre regalías y opio televisivo. La jornada escolar completa, que se pretende alargar hasta las 8 de la tarde, es un intento más por alejar al alumno de la realidad, para que sólo se alimente de lo que hablan en clases y no salga a conocer la verdad en que vivimos.

Y así puedo seguir descuerando esta seudoreforma y proponiendo algunas ideas más sensatas, pero no me alcanzaría todo el blog para ello; implementar educación cívica, educación ambiental, asambleas estudiantiles, créditos que no sean abusivos, tarifas estáticas en la TNE, educación laica, pago de la deuda histórica y así un montón más, que son cosas que una verdadera reforma debería considerar. Por eso digo que necesitamos hacer una Revolución Educativa, y no conformarnos con patrañas como colegios de excelencia, que seguirán dándole prioridad a los que más tienen en desmedro de quienes necesitan una educación verdaderamente de calidad y accesible, que les abra el camino hacia el progreso. Queda demasiada ropa por lavar, y Lavín no es mucamo.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Poesía Cívica: El Arte de Transmutar Chile


Cuando Huidobro afirmó que "el poeta es un pequeño dios", la controversia en Chile y el mundo se aconteció. Las mentes cerradas del conservadurismo, moldeadas por conceptos moralistas del catolicismo, arremetieron contra él, sin entender por completo su simbolismo. Tuvieron que pasar varios años después de su muerte, para que sus colegas comprendieran su mente, y la implicancia creacionista de esta frase potente.

La poesía está en todo lo que es armonioso. Está en la tranquilidad de una montaña, en el fluir de un río hacia el mar esplendoroso, en el vuelo de un colibrí, el canto de un zorzal, en la sonrisa de un niño a su mamá, en un apretón de manos, e inmerso en todo el acontecer humano. Desde la escritura de un cuento, hasta las melodías de una canción, los trazos de un pincel y las obras de un escultor. Está también en los cálculos de un ingeniero, en los diagnósticos de un doctor, en la crema de los pasteleros y en los diálogos de un actor.

Todo ser vivo capaz de un poco de razón, puede sentir lo que es bello con su corazón. Todo ser vivo además, con un poco de imaginación, puede crear un mundo de otro color. Cuando inventas algo, una historia, un poema o una canción, es entonces cuando tú te conviertes en Dios. Eres tú el que le da vida a los personajes, el que construye su universo y el que decide el rumbo de su situación. Podríamos pensar entonces que aquel Ser Superior, al que muchos rezan por su salvación, es en realidad un poeta, un artista que ha puesto a correr su imaginación, y tú eres un objeto armonioso diseñado para mantener la tensión. Un personaje en la constante búsqueda de su destino, donde eres golpeado por la tragedia, el romance, la comedia y la ilusión.

Pero así como un arquitecto, tras pensar y dibujar un proyecto, puede materializarlo y hacerlo concreto, hay otros arquitectos de los que dependemos de su intelecto, el que muchas veces resulta imperfecto. Me refiero a los políticos, arquitectos de la sociedad que sólo piensan en volverse ricos, olvidando que su tarea es velar por su gente, y no convertirse ellos en los delincuentes.

La Política debe considerarse también un arte, el arte de gobernar con equidad, respeto, justicia y fraternidad. Un político que no siga estos principios debe dar un paso al costado, y entender que la opulencia y la soberbia no son deberes de Estado, pero si lo es trabajar por y para su poblado. La Democracia es la más bella de todas las rimas, suma el clamor del pueblo con todo lo que él estima, representando sus anhelos, sus necesidades y sus recelos. Porque no todo es armonioso en esta vida, y para corregirlo, escuchar a quienes sufren es la salida.

Chile ha perdido su belleza, los políticos miran desde arriba y con desprecio a la pobreza, mientras dictan normas que a nadie más que a ellos interesan. Es por esta razón, que Huidobro en su época manifestó, lo que a muchos gobernantes corruptos indignó, y quienes lo escucharon a él ovacionaron, ya que exigió a gritos una nueva revolución, donde reinaran los jóvenes y el amor.

Hoy en día, la situación sigue siendo parecida, y Chile todavía tiene abierta una herida. Pero si hay algo diferente, eso es que el grito de nuestro Vicente, está más cerca que nunca de hacerse presente. La política vieja está decaída, y ni izquierda ni derecha llevan puesto salvavidas. Entre leyes mal promulgadas y un sistema educativo que tiene la embarrada, la huelga Mapuche y el Transantiago, a todo el mundo tiene angustiado. La comunidad a las calles a salido, y furiosa exige los cambios prometidos. El Presidente sonríe entredientes, sabiendo que en todo lo que dice, miente.

La juventud estos meses ha hablado, y a todos los politicuchos ha condenado. El clamor de libertad no han logrado callar, y al Presidente su festejo Bicentenario han podido opacar. Porque no hay Independencia si no existe la clemencia, y mucho menos si la gente no toma conciencia. Chile está despertando, y poco a poco se está transmutando, en el país que nosotros queremos, ¡porque el pueblo y los jóvenes muy pronto venceremos!


David Farías, apóstata, huidobriano, progresista y ciudadano.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Un Bicentenario sin Libertad


"Estamos bien en el refugio los 33", es la frase que nos llenó de alegría y que recordaremos por muchos años más, estampada en una hoja de papel a la que Sebastián Piñera le sacó más provecho que a un cheque de 1 millón de dólares. La prensa nacional e internacional llenó sus páginas con la noticia de los mineros vivos, y hasta un ministro que ningún proyecto ha mandado en su cartera, llegó a ser más popular y mejor evaluado que el monigote de Lavín.

Hoy la noticia sigue acaparando portadas, y no cabe duda que lo seguirá haciendo mientras dure el rescate, vale decir, hasta finales de año. El reality show a 700 metros de profundidad es el tema más hablado y visto por la comunidad, pero hay otros chilenos -que preferirían, con justa razón, no ser llamados así- que están aguantando sin comer más de 50 días, a oscuras en una celda, y todo por exigir su derecho a la equidad.

"Estamos mal en la cárcel los 32", es más que una parodia cruel de la consabida frase, es una realidad de la que recién ahora se empieza a hablar en la prensa. Desde el 12 de julio, 20 presos políticos mapuches, a los que se sumaron otros 12 y ahora último, 2 menores de edad, están en una huelga de hambre líquida exigiendo que no se les aplique la Ley Antiterrorista al juicio en su contra, y que se desmilitaricen las zonas de conflicto territorial.

La mencionada ley, creada durante la Dictadura, permite el doble enjuiciamento de los inculpados, mediante la Justicia Ordinaria y la Justicia Militar, esta última permitiendo la declaración de testigos sin rostro a los que ni siquiera pueden apelar los abogados defensores, y llegando incluso a triplicar las condenas. Esta ley, claramente vulnera el artículo 11 de la Declaración de Derechos Humanos en su totalidad, y en sí misma, su aplicación no se fundamenta dado que sólo corre contra quienes "atenten contra la integridad física, la vida o la libertad de las personas", hechos en los que ninguno de los detenidos han incurrido directamente.

Quemar un camión vacío o una parcela, o incluso disparar perdigones contra una persona, son delitos civiles castigados por la Ley Civil, y no tienen a lugar para la aplicación de una Ley Antiterrotista, anticuada y represiva. Ni yo, ni los presos mapuches, ni los organismos internacionales, exigimos que no haya un enjuiciamiento, sólo pedimos, de forma pacífica, que se respete el Estado de Derecho y que se haga valer la ley que corresponde para nuestros hermanos. No es por justificarlos, pero la historia global dice que cuando todas las herramientas de diálogo se agotan, el único camino que queda es la fuerza, y los mapuches ya han soportado más de 200 años de ser pasados a llevar por los Gobiernos de Chile una y otra vez.

Está de más decir el derecho ancestral que tienen sobre las tierras australes, pero también hay que hacer hincapié en todas las veces que han sido engañados y que les han comprado las hectáreas recuperadas a muy bajo costo, aprovechándose de su poca capacitación para administrarlas. El Estado chileno DEBE otorgar las herramientas al pueblo mapuche para autovalerse y explotar adecuadamente los terrenos que les sean devueltos, y además ha de asegurar que su cultura no desaparezca por la irrupción de los huincas y su costumbre arribista de destruir todo lo que tocan. La Nación Mapuche no es un sueño imposible de lograr, no si el país se federaliza y crea un miniestado para ellos y para el pueblo Rapa Nui, que proteja su identidad y su patrimonio con sus propias leyes y jerarquías. Es cuestión de voluntad.

Hoy no podemos festejar el Bicentenario sabiendo que mientras unos ya recibieron ayuda, otros todavía luchan por ser rescatados desde la injusticia, mientras son atormentados en una cámara oscura para obligarles a deponer la huelga, incurriendo en otra falta más al artículo 5 de los DDHH, el que prohíbe la tortura. Ya basta de que el señor de la sonrisa de silicona se burle del desconocimiento de la gente y ponga cercos comunicacionales en estos temas de importancia nacional. Si Piñera adora subir en las encuestas luego de "escuchar" al pueblo protestar, ¡entonces sal y protesta! Digamos NO a la Ley Antiterorista y exijamos una solución definitiva a la causa indígena en Chile. Que este fin de año no sean sólo 33 los que encuentren la libertad anhelada, sino que sean el doble los que sepan que la Justicia existe y que su país los respeta y los valora por lo que son y lo que representan. Marichiweu!!

miércoles, 11 de agosto de 2010

El Parche en la Herida


Una semana llevan atrapados los 33 mineros en la mina San José, sin siquiera saber si se encuentran con vida. Mientras todas las medidas adoptadas para intentar rescatarlos fracasan, los familiares siguen apostados en las afueras, rezando por ellos con un afán de esperanza.


Aprovechando esto, la noche del sábado, el Presidente Sebastián Piñera, en un tiempo récord de 15 minutos, llegó a Copiapó y dijo ante los medios de prensa que no escatimaría recursos y los rescataría sanos y salvos, para luego ir con las familias a darles una - y literalmente una - palabra de apoyo, con su tradicional “arriba los corazones”. Después de eso, regresó a Santiago contento por haber hecho la buena obra del día. No es por ser criticón, pero si iba a estar sólo 15 minutos, mejor no hubiera ido.


Sin embargo, no es este el tema que me mueve para escribir esta nota, sino el modo que usan los gobernantes para “resolver” los problemas. El día de ayer, Piñera pidió la renuncia de los altos mandos de Sernageomin, por haber sido ellos quienes permitieron la reapertura de la mina, que fuese clausurada el 2007 por una serie de irregularidades y accidentes, dentro de los que se cuentan muertes. Esto, automáticamente nos hace volver a aquel fatídico 27 de febrero, cuando Carmen Fernández y Mariano Rojas le decían a la entonces Presidenta Bachelet que no había peligro de tsunami, mientras en el sur desaparecían las costas de Dichato.


La solución a la desinformación del 27F y la consiguiente muerte de las más de 400 personas, que confiaron en lo que decía Bachelet por la radio y bajaron de los cerros para ser arrastradas por las olas, fue la destitución de la directora de la Onemi y del director del Shoa. ¿Caso cerrado?


En Chile, seguimos acostumbrados a poner el parche después de la herida. No somos capaces, bajo el Gobierno que sea, de prevenir accidentes por más que nos pongan las evidencias frente a nuestros ojos. Hacer sumarios administrativos es una pérdida de tiempo, que no meterá a la cárcel a nadie ni mucho menos devolverá a la vida a quienes fueron víctimas de la irresponsabilidad y la ambición desenfrenada.


A veces pareciera que trabajar en una entidad pública es igual a echarse frente al escritorio, timbrando papeles mientras juegas al solitario en la computadora. Nadie lee los informes, nadie lee los folletos sobre qué hacer en caso de emergencia, y nadie se hace responsable cuando ocurre un error. Y luego nos quejamos de la burocracia, sin saber que aquí los verdaderos cretinos son los que hacen las cosas a la rápida.


¿Qué dirán los niños de La Legua que derrotaron a la selección sub13 del Real Madrid, y que siguen esperando los arreglos y obsequios que les prometió Bachelet para su club deportivo, pero que no aparecen en las nóminas de Chiledeportes? ¿Qué dirán los mapuches que confiaron en Piñera cuando les prometió apertura de diálogo, y que ven a sus hermanos presos a punto de morir en una huelga de hambre a la que el Presidente pareciera hacer oídos sordos? Y más cercano aún, ¿qué dirán las 400 familias cartageninas que siguen esperando las viviendas que el alcalde prometió en su campaña de reelección, y que nunca tendrán porque el proyecto era inviable?


Decepción, desconfianza, frustración. Odio. Lo mismo que siente ahora la gente que perdió un pariente tras el terremoto, y que sienten los familiares de los mineros atrapados. ¿De qué sirve tener ministerios y servicios regionales por montón, si no son capaces de hacer bien SU TRABAJO? Cortar cabezas y poner a gente igual de irresponsable no es la solución, sino que está en evaluar qué y no quien anda mal dentro de la entidad pública y privada, y poner manos a la obra para arreglarlo lo antes posible, de lo contrario, seguiremos viendo gente morir como si nada, por haber confiado en que los sujetos de arriba estaban velando y trabajando por y para ellos. Chile tiene que cambiar.

miércoles, 28 de julio de 2010

Un Patrimonio en Peligro


A comienzos del 1900 Cartagena era diferente, era el lugar elegido por la aristocracia de nuestro país para emplazar sus casas de veraneo. El balneario se destacaba por sus grandes casonas, repitiendo las modas y estilos de las principales capitales europeas.

En la actualidad Cartagena es el balneario visitado mayoritariamente por los sectores populares de la Región Metropolitana, las familias acaudaladas emigraron hace ya muchos años y sólo quedaron como mudos testigos de aquella época las grandes mansiones, muchas de las cuales se encuentran en lamentables condiciones estructurales, otras prácticamente abandonadas, así como también muchas de ellas ya no existen.

Las que todavía están, se nos aparecen a cada rato, en cada vuelta a la esquina. Están ahí llamándonos a que nos preocupemos de ellas, que no las dejemos morir, que todavía tienen algo que aportar, ya no para albergar a la alta alcurnia santiaguina, sino que para acoger el arte y la cultura. Un lugar es atractivo no sólo porque quienes ahí viven son personas adineradas; puede ser atractivo porque sus habitantes se preocupan de él.

Conscientes de esta realidad, un grupo de vecinos que no quieren ver que estos inmuebles se sigan cayendo delante de sus ojos, se han reunido con el objetivo de recuperar el patrimonio arquitectónico del lugar. Pero la recuperación de estos inmuebles es de tal envergadura para este grupo de residentes de Cartagena, que no la puedan realizar por sí solos, sino que necesitan la colaboración de otras personas. Personas como usted que en algún momento de su vida visitó este lugar, disfrutó de su mar, de su arena, de su magia.

Los invitamos a reflexionar al respecto.

Se despide atentamente

Eduardo Flores Jara
Corporación Cultural “Los Quijotes”, Cartagena
94407786


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PD: Esta nota, escrita por un amigo, no es una petición de limosna, sino una petición de conciencia a todos quienes llevamos un pedacito de Cartagena en nuestros corazones, para que nos quitemos la venda de los ojos y empecemos a cuidar esta hermosa ciudad, esperando que algún día vuelva a recuperar el esplendor que tuvo antes. Fuerza, mi Joya del Pacífico!!

sábado, 24 de julio de 2010

Derechos y Libertades


Hoy, mientras en la comarca de Chile el ostentoso Rey analiza en la comodidad de su castillo la propuesta del clero para liberar asesinos y violadores, como acto de misericordia hacia la plebe, en el reino vecino se avanza con fuerza en el siglo XXI. Y si bien aún falta mucho para que termine la corrupción en Argentina, los derechos y las libertades están a la orden del día.

Primero fue la marihuana, cuyo consumo y autocultivo ya no está penalizado por la ley trasandina. ¿Qué beneficios podría traer esto? Lo hemos repetido hasta el cansancio, pero nuestros legisladores son tan cabezas duras que hay que decírselos otra vez. De partida, el tráfico de cannabis desaparecería y con él, todos los adhesivos tóxicos que usan para aumentarle el volumen. También disminuiría el narcotráfico y el uso de drogas fuertes, ya que se tendría una más suave, barata y legal a la mano.

Y cuando digo barata no es sólo porque pueda cultivarse en casa, si no también porque podría iniciarse una industrialización de la hierba, que generaría puestos de trabajo en el cultivo, el procesado y el comercio, con su correspondiente paga de impuestos para el Estado. Las únicas restricciones que debieran ponerse son las mismas del alcohol y el tabaco, vale decir, que se prohíba su venta a menores de edad y se sancione su consumo en la vía pública y la conducción en estado alucinógeno. Recién ahí, la educación vendría a ser una herramienta fundamental.

Y segundo, esta semana en Argentina, se ganó una batalla que marca un precedente para toda Latinoamérica: la aprobación del matrimonio civil entre personas del mismo sexo. La ley, que entrará en vigencia el 31 de julio, fue condenada por la Iglesia Católica y por cavernícolas locales como Carlos Larraín, que no son capaces de entender que una familia no la hace “un hombre, una mujer y sus hijos”, si no que el amor.

¿Qué pasa con aquel matrimonio que no puede engendrar hijos? O más aún, ¿qué pasa con aquella madre soltera, que ha debido aperrar sola con sus hijos? ¿Dejan de ser familia acaso? ¿Dejan de tener derecho a previsión de salud y a heredar bienes? Debe entenderse de una buena vez que es el amor el que une a las personas, y no lo que pueda o no decir una regla moral o constitucional.

Una pareja mixta que ha compartido toda una vida juntos, amándose y respetándose, pero que no ha contraído nupcias, está imposibilitada de decidir qué hacer cuando el otro sufre un accidente, sólo por no haber querido o tenido tiempo de poner una firma en un papel. Pero para la ley, es más familia aquella en la que hay maltrato verbal y físico, que una de convivientes donde reina el amor. Y eso es en el ámbito heterosexual, ya que sobre parejas homosexuales ni hablar; ni siquiera derecho a inseminación artificial tienen, puesto que es “inmoral” que críen hijos.

¿Pero sería acaso inmoral que un niño desde pequeño aprendiera a respetar a las personas como son, sin distinguir su género, color de piel o procedencia étnica? Lo único que conseguimos con estas restricciones es incentivar aún más a la discriminación, una verdadera plaga social que veta a la diversidad y nos hunde cada día más en la clandestinidad y el odio.

Ahora, cuando quedan dos meses para el Bicentenario, que no es otra cosa que el festejo de los 200 años de nuestra libertad, es ella precisamente la que se ha perdido en un mar de prejuicios éticos y burocracia maldita. No hay libertad para amar ni derecho para fumarte lo que se te dé en gana, sólo hay reglas que te impiden ser tú mismo y disfrutar tu vida, sin hacerle daño a nadie. Lo que hoy deberían estar haciendo los bufones de la Corte del Rey es debatir sobre cómo no seguir estancados en la Inquisición y no quedarnos detrás de Argentina, en vez de estar perdiendo el tiempo en decidir si le pasan o no por encima a la escasa Justicia que se da en el país.

lunes, 5 de julio de 2010

Balance Patriótico, por Vicente Huidobro

En 1925, Vicente Huidobro fundó el diario Acción, que buscaba desenmascarar las malas prácticas de los políticos chilenos de la época. Tras recibir una golpiza frente a su casa, el periódico fue clausurado por agitador, pero su mensaje caló fuerte en las juventudes progresistas, que lo promulgaron precandidato a la Presidencia, condición que finalmente rechazaría tras ser víctima de un segundo atentado, esta vez con explosivos, del que afortunadamente salió ileso.

He aquí una crónica rescatada de aquel viejo periódico, de puño y letra de nuestro menospreciado y olvidado poeta nacido en Santiago, pero con alma cartagenina. Cualquier alcance con la actualidad no es coincidencia, si no el fiel reflejo de lo poco que hemos avanzado como sociedad.



Balance Patriótico


"Un país que apenas a los cien años de vida está viejo y carcomido, lleno de tumores y de supuraciones de cáncer como un pueblo que hubiera vivido dos mil años y se hubiera desangrado en heroísmos y conquistas.


Todos los inconvenientes de un pasado glorioso pero sin la gloria. No hay derecho para llegar a la decadencia sin haber tenido apogeo.


Un país que se muere de senectud y todavía en pañales es algo absurdo, es un contrasentido, algo así como un niño atacado de arteriosclerosis a los once años.


El sesenta por ciento de la raza, sifilítica. El noventa por ciento, heredoalcohólicos (son datos estadísticos precisos); el resto insulsos y miserables a fuerza de vivir entre la estupidez y las miserias. Sin entusiasmo, sin fe, sin esperanzas. Un pueblo de envidiosos, sordos y pálidos calumniadores, un pueblo que resume todo su anhelo de superación en cortar las alas a los que quieren elevarse y pasar una plancha de lavandera sobre el espíritu de todo aquel que desnivela el medio estrecho y embrutecido.


En Chile cuando un hombre carga algo en los sesos y quiere salvarse de la muerte, tiene que huir a países más propicios llevando su obra en los brazos como la Virgen llevaba a Jesús huyendo hacia Egipto. El odio a la superioridad se ha sublimado aquí hasta el paroxismo. Cada ciudadano es un Herodes que quisiera matar en ciernes la luz que se levante. Frente a tres o cuatro hombres de talento que posee la República, hay tres millones setecientos mil Herodes.


Y luego la desconfianza, esa desconfianza del idiota y del ignorante que no sabe distinguir si le hablan en serio o si le toman el pelo. La desconfianza que es una defensa orgánica, la defensa inconsciente del cretino que no quiere pasar por tal y cree que sonriendo podría enmascarar su cretinismo, como si la mirada del hombre sagaz no atravesara su sonrisa mejor que un reflector.


El huaso macuco disfrazado de médico que al descubrirse la teoría microbiana exclama: a mí no me meten el dedo en la boca; el huaso macuco disfrazado de artista o de político que cree que diciendo: no comprendo, mata a alguien en vez de hacer el mayor elogio.


Por eso Chile no ha tenido grandes hombres, ni podrá tenerlos en muchos siglos. ¿Qué sabios ha tenido Chile? ¿Qué teoría científica se debe a un chileno? ¿Qué teoría filosófica ha nacido en Chile? ¿Qué principio químico ha sido descubierto en Chile? ¿Qué político chileno ha tenido trascendencia universal? ¿Qué producto de fabricación chilena o qué producto del alma chilena se ha impuesto en el mundo?


No recuerdo nunca en una universidad de Europa, ni en Francia, ni Alemania; ni en ningún otro país haber oído el nombre de un chileno, ni haberlo leído en ningún texto.


Esto somos y no otra cosa. Es preciso que se diga de una vez por todas la verdad, es preciso que no vivamos sobre mentiras, ni falsas ilusiones. Es un deber, porque sólo sintiendo palpitar la herida podremos corregirnos y salvarnos aún a tiempo y mañana podremos tener hombres y no hombrinos.


Decir la verdad significa amar a su pueblo y creer que aún puede levantársele y yo adoro a Chile, amo a mi patria desesperadamente, como se ama a una madre que agoniza.


Recorred nuestros paseos, mirad las estatuas de nuestros hombres de pensamiento: ¡qué cisos de valores efectivos! A la excepción de 4 ó 5, ninguno de ellos habría sabido responder en un examen universitario de hombres serios ¡qué sabios de aldea, qué cerebros más primarios! ¿En dónde fuera de aquí iban a tener estatuas esos pobrecitos?


Es necesario levantar estatuas en los paseos y como no hay a quién elevárselas, el pueblo busca el primero que pilla, y cuando es el pueblo el que levanta monumentos, ellos surgen debido a las influencias de familias, son los hijos que levantan monumento al papá en agradecimiento por haberlos echado al mundo. ¡Es conmovedor!


¿Y el mérito, en dónde está el mérito? El pueblo pasa soñoliento y lánguido, arrastrando su cuerpo como un saco de pestes, su cuerpo gastado por la mala alimentación y carcomido de miserias y entre tanto la sombra de Francisco Bilbao llora de vergüenza en un rincón. ¿Qué hombre ha sabido sintetizar el alma nacional?


¡Pobre país; hermosa rapiña para los fuertes!


Y así vienen, así se dejan caer sobre nosotros; las inmensas riquezas de nuestro suelo son disputadas a pedazos por las casas extranjeras y ellos viendo la indolencia y la imbecilidad troglodita de los pobladores del país, se sienten amos y les tratan como a lacayos, cuando no como a bestias. Ellos fijan los precios de nuestra materia prima al salir del país y luego nos fijan otra vez los precios de esa misma materia prima al volver al país elaborada. Y como si esto fuera poco, ellos fijan el valor cotidiano de nuestra moneda.


Vengan los cuervos. Chile es un gran panizo. A la chuña, señores, corred todos, que todavía quedan migajas sobre la mesa.


¡Es algo que da náuseas!


Chile aparece como un inmenso caballo muerto, tendido en las laderas de los Andes bajo un gran revuelo de cuervos.


El poeta inglés pudo decir: “Algo huele a podrido en Dinamarca”, pero nosotros, más desgraciados que él, nos veremos obligados a decir: “Todo huele a podrido en Chile”.


Un gran banquero alemán decía en una ocasión a un ex encargado de negocios de Chile en Austria: “Los políticos chilenos se cotizan como las papas”, y un magnate de las finanzas francesas decía otra vez, y esto lo oí yo: “Desde que a los políticos argentinos les dio por ponerse honrados, el gran panizo para los negocios es Chile”.


Y esos prohombres de la política chilena, esos señores que entregarían el país maniatado por una sonrisa de Lord Curzon y unos billetes de Guggenheim, no se dan cuenta que cada vez que esos hombres les dan la mano, les escupen el rostro.


¡Qué desprecio deben sentir los señores del cobre por sus abogados!


¡Qué asco debe sentir en el fondo de su alma el amo de nuestras fuerzas eléctricas por los patrióticos tinterillos que defienden sus intereses en desmedro de los intereses del país!


Y no es culpa del extranjero que viene a negocios en nuestra tierra. Se compra lo que se vende; en un país en donde se vende conciencias, se compra conciencias. La vergüenza es para el país. El oprobio es para el vendido, no para el comprador.


Frente a la antigua oligarquía chilena, que cometió muchos errores, pero que no se vendía, se levanta hoy una nueva aristocracia de la banca, sin patriotismo, que todo lo cotiza en pesos y para la cual la política vale tanto cuanto sonante pueda sacarse de ella. Ni la una ni la otra de estas dos aristocracias ha producido grandes hombres, pero la primera, la de los apellidos vinosos, no llegó nunca a la impudicia de esta obra de los apellidos bancosos.


La historia financiera de Chile se resume en la biografía de unos cuantos señores que asaltaban el erario nacional, como Pancho Falcato asaltaba las casas de una hacienda. Pero aquéllos más cobardes que éste, porque el célebre bandido por lo menos exponía su pellejo.


¡Pobre Chile! Un país que ha tenido por toda industria el aceite de Santa Filomena y los dulces de la Antonia Tapia.


(Chile tiene hierro, Chile entero es un gran bloque de hierro y no posee Altos Hornos. La Argentina no tiene hierro y tiene Altos Hornos).


¿Y la Justicia?


La Justicia de Chile haría reir, si no hiciera llorar. Una Justicia que lleva en un platillo de la balanza la verdad y en el otro platillo, un queso. La balanza inclinada del lado del queso.


Nuestra Justicia es un absceso putrefacto que empesta el aire y hace la atmósfera irrespirable. Dura o inflexible para los de abajo, blanda y sonriente con los de arriba. Nuestra Justicia está podrida y hay que barrerla en masa. Judas sentado en el tribunal después de la crucificación, acariciando en su bolsillo las treinta monedas de su infamia, mientras interroga a un ladrón de gallinas.


Una Justicia tuerta. El ojo que mira a los grandes de la tierra, sellado, lacrado por un peso fuerte y sólo abierto el otro, el que se dirige a los pequeños, a los débiles.


Buscáis a los agitadores en el pueblo. No, mil veces no; el más grande agitador del pueblo es la Injusticia, eres tú mismo que andas buscando a los agitadores de abajo y olvidas a los de arriba.


Las instituciones, las leyes, acaso no sean malas, pero nunca hemos tenido hombres, nunca hemos tenido un alma, nos ha faltado el Hombre.


El pueblo lo siente, lo presiente y se descorazona, se desalienta, ya no tiene energías ni para irritarse, se muere automáticamente como un carro cargado de muertos que sigue rodando por el impulso adquirido.


Hace días he visto al pueblo agrupado en torno a la estatua de O’Higgins. ¿Qué hacían esos hombres al pie del monumento? ¿Qué esperaban? ¿Buscaban acaso protección a la sombra del gran patriota?


Tal vez creían ellos que el alma del Libertador flotaba en el aire y que de repente iba a reencarnarse en el bronce de su estatua y saltando desde lo alto del pedestal se lanzaría al galope por calles y avenidas, dando golpes de mandoble hasta romper su espada de tanto cortar cabezas de sinvergüenzas y miserables.


No valía la pena haberos libertado para que arrastrarais de este modo mi vieja patria, gritaría el Libertador.

Y luego, como una trompeta, exclamara a los cuatro vientos: despiértate, raza podrida, pueblo satisfecho en tu insignificancia, contento acaso de ser un mendigo harapiento del sol, resignado como un Job que lame su lepra en un establo.


Los países vecinos pasan en el tren del progreso hacia días de apogeo y de gloria. El Brasil, la Argentina, el Uruguay ya se nos pierden de vista y nosotros nos quedamos parados en la estación mirando avergonzados el convoy que se aleja. Hasta el Perú hoy es ya igual a nosotros y en cinco años más, en manos del dictador Leguía, nos dejará también atrás, como nos dejará Colombia, que se está llenando de inmigrantes europeos.


¿Y esto debido a qué? Debido a la inercia, a la poltronería, a la mediocridad de nuestros políticos, al desorden de nuestra administración, a la chuña de migajas y, sobre todo, a la falta de un alma que oriente y que dirija.


Un Congreso que era la feria sin pudicia de la imbecilidad. Un Congreso para hacer onces buenas y discursos malos.


Un municipio del cual sólo podemos decir que a veces poco ha faltado para que un municipal se llevara en la noche la puerta de la Municipalidad y la cambiase por la puerta de su casa. Si no empeñaron el reloj de la Intendencia y la estatua de San Martín, es porque en las agencias pasan poco por artefactos desmesurados.


¿Hasta cuándo, señores? ¿Hasta cuándo?


Es inútil hablar, es inútil creer que podemos hacer algo grande mientras no se sacuda todo el peso muerto de esos viejos políticos embarazados de palabras ñoñas y de frases hechas.


Al día siguiente del 23 de enero, cuando el país estaba sobre un volcán, ¿saben ustedes en qué se entretenía una de las lumbreras de nuestra vieja politiquería, a quienes preguntaban los militares qué opinaban sobre la designación de don Emilio Bello para ponerle al frente del Gobierno? En dar una conferencia de dos horas para probar que el nombramiento de don Emilio Bello era razonable, pues este caballero había sido Ministro de Relaciones cuando el General Altamirano era Ministro del Interior; por lo tanto, pasando el Ministro del Interior a la Jefatura del país, al Ministro de Relaciones le tocaba pasar al Interior, automáticamente, según las leyes, a la Vicepresidencia de la República, en caso de quedar vacante la Presidencia, y por lo tanto…, etc.


No se le ocurrió por un momento hablar de la competencia ni de la energía, ni de los méritos o defectos del señor Bello. El pobre hombre estaba buscando argucias justificativas cuando se trataba de obrar rápidamente, hipnotizado por las palabras cuando había que saltar por encima de todo. Pobre atleta enredado en la madeja de lanas de una abuela cegatona, en los momentos en que la casa está ardiendo.


He ahí el símbolo de nuestros políticos. Siempre dando golpes a los lados, jamás apuntando el martillazo en medio del clavo.


Cuando se necesita una política realista y de acción, esos señores siguen nadando sobre las olas de sus verbosidades.


Por eso es que toda nuestra insignificancia se resuelve en una sola palabra: Falta de alma.


¡Crisis de hombres! ¡Crisis de hombres! ¡Crisis de Hombre!


Porque, como dice Guerra Junqueiro, una nación no es una tienda, ni un presupuesto una Biblia. De la mera comunión de vientres no resulta una patria, resulta una piara. Socios no es lo mismo que ciudadanos. Al hablar de Italia decimos: la Italia del Dante, la Italia de Garibaldi, no la Italia de Castagneto, y es que el espíritu cuenta y cuenta por sobre todas las cosas, pues sólo el espíritu eleva el nivel de una nación y de sus compatriotas.


Se dice la Francia de Voltaire, de Luis XIV, de Víctor Hugo, la Francia de Pasteur; nadie dice la Francia de Citroen, ni de monsieur Cheron. Nadie dice la España de Pinillos, sino la España de Cervantes. Y Napoleón sólo vale más que toda la historia de la Córcega; como Cristóbal Colón vale más que toda la historia de Génova.


El mundo ignorará siempre el nombre de los pequeños politiquillos y comerciantes que vivieron en la época de los grandes hombres. Sólo aquellos que lograron representar el alma nacional llegaron hasta nosotros; de Grecia guardamos en nuestro corazón el nombre de Platón y de Pericles, pero no sabemos quiénes eran sus proveedores de ropa y alimentos.


En Chile necesitamos un alma, necesitamos un hombre en cuya garganta vengan a condensarse los clamores de tres millones y medio de hombres, en cuyo brazo vengan a condensarse las energías de todo un pueblo y cuyo corazón tome desde Tacna hasta el Cabo de Hornos el ritmo de todos los corazones del país.


Y que este hombre sepa defendernos del extranjero y de nosotros mismos.


Tenemos fama de imperialistas y todo el mundo nos mete el dedo en la boca hasta la campanilla. Nos quitan la Patagonia, la Puna de Atacama, firmamos el Tratado de Ancón, el más idiota de los tratados, y nos llaman imperialistas.


Advirtiendo de pasada que hubo un ministro de Chile en Argentina, el ministro Lastarria, que tuvo arreglado el asunto de la Patagonia, dejando a la Argentina como límite sur el Río Negro, y este ministro fue retirado de su puesto por antipatriota. Tal ha sido siempre la visión de nuestros gobernantes. Los huasos macucos tan maliciosos y tan diablos y sobre todo tan boquiabiertos.


Necesitamos lo que nunca hemos tenido, un alma. Basta repasar nuestra historia. Necesitamos un alma y un ariete, diré parafraseando al poeta íbero.


Un ariete para destruir y un alma para construir.


El descontento era tan grande, la corrupción tan general, que dos revoluciones militares estallaron al fin: la del 5 de septiembre de 1924 y la del 23 de enero de 1925.


La primera giraba a todos los vientos como veleta loca, para caer luego en el mismo desorden y en la misma corrupción que atacara en el Gobierno derrocado, echando sobre las espaldas de un solo hombre culpas que eran de todos; pero más que de nadie, de aquellos que, en vez de ayudarle, amontonaban los obstáculos en su camino.


La segunda, hecha por un grupo de verdaderos idealistas, se diría que principia a desflecarse y a perder sus rumbos iniciales al solo contacto de la eterna lepra del país, los políticos viejos.


¿Hasta cuándo tendrán la ingenuidad de creer que esa gente va a enmendarse y cambiar de un solo golpe sus manías del pasado, arraigadas hasta el fondo de las entrañas, como quien se cambia un paletó?


Dos revoluciones llenas de buenos propósitos, pero escamoteadas por los prestidigitadores de la vieja politiquería, de esa vieja politiquería incorregible y con la cual no hay que contar sino para barrerla.


El país no tiene más confianza en los viejos, no queremos nada con ellos. Entre ellos, el que no se ha vendido, está esperando que lo compren.


Y no contentos con tener las manos en el bolsillo de la nación, no han faltado gobernantes que emplearán a costillas del Fisco a más de alguna de sus conquistas amorosas, pagando con dineros del país sus ratos de placer. ¿Y éstos son los que se atreven a hablar de patriotismo? Roban, corrompen las administraciones y, como si esto fuera poco, convierten al Estado en un cabrón de casa pública.


¿Qué se puede esperar de un país en el cual al más grande de los ladrones, al que comete la más gorda de las estafas, se le llama admirativamente: ¡gallo padre! Este es un peine, dicen, y lo dejan pasar sin escupirle el rostro.


Se dice que el robo lo tenemos en la sangre, que es herencia araucana. Bonita disculpa de francachela. Pues bien, si lo tenemos en la sangre, quiere decir que hay que extirparlo cortando cabezas. Por ahí sale la sangre. Si no hay más remedio, que salga como un río.


¡Qué mueran ellos, pero no muera el país!


Que suban al arca unos cuantos Noé y los demás perezcan en el diluvio de la sangre pútrida.


Como la suma de latrocinios de los viejos políticos es ya inconmensurable, que se vayan, que se retiren. Nadie quiere saber más de ellos. Es lo menos que se les puede pedir.


Entre la vieja y la nueva generación, la lucha va a empeñarse sin cuartel. Entre los hombres de ayer sin más ideales que el vientre y el bolsillo, y la juventud que se levanta pidiendo a gritos un Chile nuevo y grande, no hay tregua posible.


Que los viejos se vayan a sus casas, no quieran que un día los jóvenes los echen al cementerio.


Todo lo grande que se ha hecho en América y sobre todo en Chile, lo han hecho los jóvenes. Así es que pueden reírse de la juventud. Bolívar actuó a los 29 años. Carrera, a los 22; O’Higgins, a los 34, y Portales, a los 36.


Que se vayan los viejos y que venga juventud limpia y fuerte, con los ojos iluminados de entusiasmo y de esperanza."