lunes, 22 de noviembre de 2010

Más Revolución y Menos Reformas


En Chile, en menos de 5 años, dos Gobiernos han querido hacer pasar dos reformas educativas como soluciones al déficit igualitario y de calidad. La primera, antecedida por una mal llamada Revolución de los Pingüinos, que terminó con una manito de gato a la LOCE dejándola como LGE, donde sólo se consiguió la gratuidad parcial de la PSU, y una mejora a las becas alimenticias, más no así al organismo encargado de darlas en concesión. La segunda, anunciada en cadena nacional por el hombre de la eterna sonrisa, que hacía hincapié en el tema económico y los estándares internacionales que se pretenden alcanzar.

No puedo decir que esta última reforma es del todo mala, ya que siempre son bienvenidos nuevos recursos que ayuden al trabajo educacional y la dignidad del profesorado, pero sí puedo negar tajantemente la insinuación de Piñera de que esta reforma "apunta al corazón del problema". Vayamos por partes. En un país donde la brecha entre ricos y pobres es la más alta de toda Latinoamérica, y donde la cantidad de personas que ganan menos de 102 mil pesos mensuales son casi 6 millones, un 35 % de la población total, decir que sólo la calidad de la educación es el problema y no la creación de oportunidades, es una aberración terrible.

¿Cuántos jóvenes con ganas de estudiar no pueden hacerlo, porque no tienen ingresos ni para optar a un crédito? El Gobierno ha dado un primer paso importantísimo en esta materia, al otorgar la gratuidad para los alumnos que obtengan sobre 600 puntos en la PSU y opten por la carrera de pedagogía, pero es precisamente en este punto donde tropezó y se cayó de hocico. Que un estudiante sepa de memoria fórmulas y definiciones no lo harán un mejor profesional por obra y gracia del Espíritu Santo, y menos un mejor profesor. Hay personas que sin siquiera serlo, enseñan mejor que cualquier maestro en las áreas de su conocimiento, y eso es algo que se llama vocación. Muchos jóvenes que no tienen esa vocación de educadores, pero que tampoco tienen los recursos para estudiar otra cosa, se verán obligados a elegir pedagogía para poder sacar un título que les permita salir de la miseria (y entrar a otra). Eso sumado a la misma malla curricular y la misma forma de transmisión de contenidos por parte de los profesores universitarios, no sólo seguirá creando docentes malos, sino también docentes sin vocación, lo que es aún peor.

Una solución alternativa al punto de los recursos, es utilizar la misma cantidad que se destinará en becas de pedagogía, para crear una universidad 100% estatal, gratuita, que imparta todas las carreras y a la que sólo puedan postular jóvenes cuyas familias ganen por debajo del sueldo ético. De nada sirve incentivar a que hayan más profesionales en una sola carrera, cuando no se ha solucionado el problema de fondo, que es al que voy ahora.

Hace unos días se supo de la próxima fusión y cierre de colegios de Cerro Navia, La Pintana y otras localidades, aludiendo a la falta de recursos de estas municipalidades, lo que dejará sin trabajo a cientos de docentes y auxiliares, mientras que aumentará hasta 45 el número de alumnos por sala de clases en los colegios fusionados. Hoy, mientras el Gobierno se llena la boca diciendo la cantidad de dinero que se invertirá en "La Gran Reforma a la Educación Chilena", en los barrios más necesitados la situación se hará aún más crítica con estos cierres. De aquí se pueden resaltar varios aspectos importantes que debieran ir incluidos en esta reforma para ser exitosa; el primero, es evitar que los problemas monetarios sigan interponiéndose en el desarrollo y el futuro de los niños, y para esto la educación municipalizada debe reemplazarse por una estatizada, que garantice la igualdad en la entrega de subvenciones y vele por el mantenimiento de la infraestructura, sin importar que sea una comuna más rica o más pobre. El segundo punto es avanzar hacia una educación personalizada, donde el profesor pueda concentrar sus esfuerzos en los alumnos que más les cueste entender la materia, y para eso es fundamental la reducción del número máximo de estudiantes por curso, si es posible hasta la mitad, lo cual no sólo beneficiará el aprendizaje sino también el control del alumnado y la disminución de los casos de bullying.

Creer que los incentivos pueden dar resultados, cuando el sistema educacional es el malo, es otro craso error del Gobierno, que con acelerar la jubilación de los docentes sacará del medio a personas expertas en educación, que cuentan con una experiencia y trayectoria de la que carecen los profesores recién egresados. Instaurarles una evaluación es someterlos aún más a presión, ya que serán despedidos sin contemplación en caso de obtener un puntaje bajo, lo cual marcará sus vidas profesionales impidiéndoles encontrar un trabajo estable. Parece haber un empeño en castigar al profesorado con estas medidas que inspiran terror a equivocarse, a tener que ser perfectos y no aprender de los errores. ¿Por qué no se aplica un examen anual a médicos, ingenieros, arquitectos y funcionarios públicos, siendo que de ellos también depende nuestra calidad de vida?

Piñera y Cía siguen anteponiendo los números por sobre el desarrollo de las capacidades humanas. Incorporar más horas de lenguaje y matemáticas con el puro fin de aumentar los resultados SIMCE y PSU, es una prueba de ello. El método cuantitativo de educación quizás sirvió durante la Revolución Industrial y principios del siglo XX, pero hoy está obsoleto debido al mundo globalizado y tecnológico en que vivimos. Hoy debiese ser instaurado un sistema cualitativo, donde se resalten los atributos y capacidades propias de cada persona, que se diferencian la una de la otra. No podemos esperar que todos salgan como robots de las escuelas, sabiendo y viendo el mundo de la misma manera. El cerebro humano está dividido en dos partes, la científica/racional y la humanista/artística, y una de ellas tiende a desarrollarse más que la otra, de manera distinta en cada individuo. Es así que vemos estudiantes que son brillantes en química, pero que son un desastre en artes plásticas.

Es fundamental empezar a desarrollar las habilidades y talentos de cada niño desde la Enseñanza Básica, y potenciarlos durante la Enseñanza Media; la Básica es precisamente, como dice su nombre, la impartición de conocimientos básicos que le serán de utilidad a los niños durante toda su vida, mientras que la Media o Secundaria, es para preparar el camino que lo llevará a una Enseñanza Superior. En este aspecto, es necesaria una verdadera Revolución de la forma en que se imparten las clases, ya que en la Secundaria de nada le sirve a un joven aprender álgebra o logaritmos, cuando lo que a él le gusta y quiere estudiar es literatura. Propongo entonces un sistema de Bachillerato, donde los ramos de la Enseñanza Media sean optativos y cada alumno los pueda elegir para armar su propia malla curricular, la que le servirá como base potente a la hora de escoger una carrera adecuada a sus capacidades.

Es tiempo de dejar de lado la memorización y enseñar a pensar de verdad a los niños. Ellos deben ser capaces de resolver por sus propios medios los problemas de la vida, y no creer que lo que sale en los libros es la única solución posible a todos ellos. El profesor debe ser una herramienta de guía, para que el alumno descubra por su propia cuenta y percepción, cual es el mundo que lo rodea.

Las reformas sólo sirven para tapar con maquillaje las verdaderas falencias de este sistema corrupto y neoliberal, que teme quitarles la venda de los ojos a los trabajadores y que vean más allá de lo que se les decía que era cierto. Los que hoy ostentan el poder se rehúsan a perderlo, y es por eso que hacen lo posible para acallar las conciencias y dormirlas entre regalías y opio televisivo. La jornada escolar completa, que se pretende alargar hasta las 8 de la tarde, es un intento más por alejar al alumno de la realidad, para que sólo se alimente de lo que hablan en clases y no salga a conocer la verdad en que vivimos.

Y así puedo seguir descuerando esta seudoreforma y proponiendo algunas ideas más sensatas, pero no me alcanzaría todo el blog para ello; implementar educación cívica, educación ambiental, asambleas estudiantiles, créditos que no sean abusivos, tarifas estáticas en la TNE, educación laica, pago de la deuda histórica y así un montón más, que son cosas que una verdadera reforma debería considerar. Por eso digo que necesitamos hacer una Revolución Educativa, y no conformarnos con patrañas como colegios de excelencia, que seguirán dándole prioridad a los que más tienen en desmedro de quienes necesitan una educación verdaderamente de calidad y accesible, que les abra el camino hacia el progreso. Queda demasiada ropa por lavar, y Lavín no es mucamo.