Es un tema inevitable, un espectáculo que hizo vibrar a todo Chile al son de un C-H-I, pero que terminó antes de lo que esperábamos, o más bien, de lo que queríamos. Hoy dejaré mi faceta política para escribir de fútbol, una pasión de multitudes y el gran negocio de dirigentes y auspiciadores.
Perdimos, para variar, contra el mejor equipo del mundo, pero ganamos lo que creíamos olvidado: la esperanza, el triunfalismo y la alegría. No podemos sentirnos a menos luego de haber visto a nuestro equipo pasar segundos en las clasificatorias, y llegar a octavos de final jugando de igual a igual ante un poderoso Brasil y una alabada España.
No podemos estar tristes tras haber hecho historia, sacándonos el karma de no poder ganar en un Mundial desde el que jugamos en casa, y lograr que todo el planeta hablara de nosotros y destacara a nuestros jugadores, oriundos de familias humildes y barrios marginados. Tampoco se pueden quejar los vendedores de ropa y chiches deportivos, en especial las grandes multitiendas con sus liquidaciones de bodega y las ferias consumistas de Meiggs y Patronato, llenas de poleras pirateadas y vuvuzelas de los mil demonios.
Chile fue todo fiesta y unidad por dos semanas, dejando de lado colores políticos, creencias religiosas y todo lo que nos separa cuando no hay opio de por medio. Olvidamos incluso, que hace 4 meses un terremoto dejó sin techo y abrigo a miles de personas al centro-sur del país. Y no por llevar al emblema de Chile ayuda a Chile a que se desgastara flameando al viento de Sudáfrica, la situación iba a mejorar para ellos. Digámoslo a quienes vendieron hasta a su madre con tal de sacar pasajes para ver los partidos en vivo, mientras los menos “afortunados” sólo se conformaron con adquirir un plasma de
Pero terminada la participación de
Lejos de los comentarios burdos de medios extranjeros y el resultado final de los marcadores, Chile jugó sus partidos limpia y profesionalmente, a diferencia de los equipos europeos que se dedicaron sólo a empujar y a fingir caídas al suelo.
No obstante, llegará el momento en que rompamos la mala racha, y ojala esté en las manos de este equipo y este DT hacerlo. El Loco es irreemplazable, un técnico de excelencia y que inspira respeto, por lo que si queremos conservarlo, debemos cruzar los dedos porque Piñera suelte los morlacos necesarios, sin caer en la extravagancia. Si, dije Piñera, puesto que como principal accionista del mayor acreedor de
En lo que queda de Sudáfrica y Waka Waka, espero ver salir a una Alemania campeona, porque por ningún motivo me gustaría ver el trofeo monopolizado en un hexacampeón, ni a los trasandinos vanagloriando aún más a un petiso que mete goles con la mano y se las da de técnico, cuando a Bielsa no le llega ni a los talones (literalmente :P). Pero es sólo un sueño, uno más de tantos que alimentan esta fiebre mundialera, y que acabará el 11 de julio con el pitazo final del árbitro. De regreso a la realidad, afuera de la caja boba hipnotizadora.
Sólo queda esperar que Bielsa sepa valorar el afecto y la confianza que hemos depositado en él, tanto en las buenas como en las malas, sentimientos que no recibió en su natal Argentina, y podamos seguir insistiendo con un ¡viva Chile ctm!, que el 2014 venceremos ;)
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