miércoles, 30 de junio de 2010

Te quiero ver, dentro y fuera de la cancha


Es un tema inevitable, un espectáculo que hizo vibrar a todo Chile al son de un C-H-I, pero que terminó antes de lo que esperábamos, o más bien, de lo que queríamos. Hoy dejaré mi faceta política para escribir de fútbol, una pasión de multitudes y el gran negocio de dirigentes y auspiciadores.


Perdimos, para variar, contra el mejor equipo del mundo, pero ganamos lo que creíamos olvidado: la esperanza, el triunfalismo y la alegría. No podemos sentirnos a menos luego de haber visto a nuestro equipo pasar segundos en las clasificatorias, y llegar a octavos de final jugando de igual a igual ante un poderoso Brasil y una alabada España.


No podemos estar tristes tras haber hecho historia, sacándonos el karma de no poder ganar en un Mundial desde el que jugamos en casa, y lograr que todo el planeta hablara de nosotros y destacara a nuestros jugadores, oriundos de familias humildes y barrios marginados. Tampoco se pueden quejar los vendedores de ropa y chiches deportivos, en especial las grandes multitiendas con sus liquidaciones de bodega y las ferias consumistas de Meiggs y Patronato, llenas de poleras pirateadas y vuvuzelas de los mil demonios.


Chile fue todo fiesta y unidad por dos semanas, dejando de lado colores políticos, creencias religiosas y todo lo que nos separa cuando no hay opio de por medio. Olvidamos incluso, que hace 4 meses un terremoto dejó sin techo y abrigo a miles de personas al centro-sur del país. Y no por llevar al emblema de Chile ayuda a Chile a que se desgastara flameando al viento de Sudáfrica, la situación iba a mejorar para ellos. Digámoslo a quienes vendieron hasta a su madre con tal de sacar pasajes para ver los partidos en vivo, mientras los menos “afortunados” sólo se conformaron con adquirir un plasma de 40 pulgadas para sentirse en el estadio gracias al High Definition. Mi tío es un ejemplo de ello, teniendo 4 teles en su casa, se endeudó con una nueva porque quería impresionar a sus amigos junto a un gran asado mundialero, mientras el 5 de marzo apenas depositó 10 lucas para los daminificados en la cuenta 2702.


Pero terminada la participación de la Roja volvimos a lo de siempre, al estrés y a la pobreza que consume a esta nación en el día a día. Somos pesimistas, estamos ya casi acostumbrados a perder, pero Bielsa nos cambió la mentalidad, nos hizo creer que no había imposibles, y pese la derrota, confiamos en que la Roja podrá llevarse la Copa el 2014, Mundial que tendrá como sede a nuestro eterno verdugo verdeamarelo. Soñad entonces, que soñar es gratuito y libre, y esperad que para entonces nos acompañe algo más de suerte y el camino no se nos venga cuesta arriba, puesto que aquí lo único que faltó es suerte, ya que jugadores con talento demostramos que tenemos.


Lejos de los comentarios burdos de medios extranjeros y el resultado final de los marcadores, Chile jugó sus partidos limpia y profesionalmente, a diferencia de los equipos europeos que se dedicaron sólo a empujar y a fingir caídas al suelo. La Selección no se mereció ni la mitad de las tarjetas que le pusieron, pero ahí ya entra a primar el favoritismo y el protagonismo de los malos árbitros y jueces de línea, que validaron goles inexistentes y anularon los que eran reales.


No obstante, llegará el momento en que rompamos la mala racha, y ojala esté en las manos de este equipo y este DT hacerlo. El Loco es irreemplazable, un técnico de excelencia y que inspira respeto, por lo que si queremos conservarlo, debemos cruzar los dedos porque Piñera suelte los morlacos necesarios, sin caer en la extravagancia. Si, dije Piñera, puesto que como principal accionista del mayor acreedor de la ANFP, es el que finalmente tendrá la última palabra; de algo que sirvan sus conflictos de intereses y su apitutado subsecretario de Deportes…


En lo que queda de Sudáfrica y Waka Waka, espero ver salir a una Alemania campeona, porque por ningún motivo me gustaría ver el trofeo monopolizado en un hexacampeón, ni a los trasandinos vanagloriando aún más a un petiso que mete goles con la mano y se las da de técnico, cuando a Bielsa no le llega ni a los talones (literalmente :P). Pero es sólo un sueño, uno más de tantos que alimentan esta fiebre mundialera, y que acabará el 11 de julio con el pitazo final del árbitro. De regreso a la realidad, afuera de la caja boba hipnotizadora.


Sólo queda esperar que Bielsa sepa valorar el afecto y la confianza que hemos depositado en él, tanto en las buenas como en las malas, sentimientos que no recibió en su natal Argentina, y podamos seguir insistiendo con un ¡viva Chile ctm!, que el 2014 venceremos ;)


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