Sin duda el caso que más nos ha llamado la atención en estas últimas semanas, es el de la pequeña Matilde y sus padres ‘guardadores’. Ya mucho se ha hablado de la legalidad y los trámites de adopción que no se pueden vulnerar, pero poco se ha mencionado el daño psicológico que le causará a futuro esta separación a la niña. Ningún psicólogo que se haga respetar como tal ha querido mirar a la cara a
Muchos pensarán que da igual con quien se relacione el infante durante su primer año de vida, puesto que a los 6-7 años ya no recordarán nada de cuando tenían 3 años hacia atrás, pero lo que esta gente desconoce es que el daño colateral queda sujeto a la conciencia profunda, aquella mal llamada ‘inconciencia’.
Durante sus primeros meses, un bebé depende exclusivamente del cuidado y amor que sus padres le pueden brindar, siendo a ellos los únicos que necesita y reconoce durante esta etapa. Si los padres le brindan esta protección, el niño se sentirá seguro y confiado de que podrá encontrar lo que necesita en su entorno para ser feliz. Pero si de pronto, a la criatura le quitan a quienes han cuidado de ella durante sus primeros 8 meses, a quienes ella reconoce como sus padres, puede que se sienta conforme con otra familia que le brinde los mismos cuidados a la que estaba acostumbrada, pero aún así tendrá presente el dolor de la separación y la inseguridad de que le vuelva a ocurrir.
Siendo este el caso, la menor tendrá miedo a encariñarse con las personas, no concientemente porque su mente está ocupada en aprender, pero si sentimentalmente, grado imposible de tratar por un tercero. Por estas circunstancias, a futuro la niña será desconfiada, aprensiva, e incluso paranoide.
Cuando Matilde tenga su primer amor, es muy probable que se sienta celosa por cada accionar de su pareja, guardando un miedo exagerado a perderlo. Cuando encuentre trabajo, se desempeñará arduamente para mantenerlo, pudiendo desarrollar cuadros de estrés y depresión peligrosos. Todo le causará desilusión y desesperanza, por lo que muy tempranamente deberá visitar psicólogos para evitar este caótico futuro.
Entonces, ¿para qué quitarle a sus padres? Si Marcela y Eduardo hicieron un buen trabajo e inevitablemente se encariñaron con ella, no corresponde hacerlos sufrir a ambos ni a la pequeña. Es cierto que eran sólo guardadores, pero eso no les impide sentir afecto por alguien a quien han tenido a su cuidado por 6 meses. Habiendo tanto niño huérfano esperando una oportunidad por tener una familia, cuando
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