lunes, 2 de noviembre de 2009

Justicia a la Chilena


Sin duda el caso que más nos ha llamado la atención en estas últimas semanas, es el de la pequeña Matilde y sus padres ‘guardadores’. Ya mucho se ha hablado de la legalidad y los trámites de adopción que no se pueden vulnerar, pero poco se ha mencionado el daño psicológico que le causará a futuro esta separación a la niña. Ningún psicólogo que se haga respetar como tal ha querido mirar a la cara a la Justicia y decirle las cosas como son; eso claro, hasta ahora.


Muchos pensarán que da igual con quien se relacione el infante durante su primer año de vida, puesto que a los 6-7 años ya no recordarán nada de cuando tenían 3 años hacia atrás, pero lo que esta gente desconoce es que el daño colateral queda sujeto a la conciencia profunda, aquella mal llamada ‘inconciencia’.


Durante sus primeros meses, un bebé depende exclusivamente del cuidado y amor que sus padres le pueden brindar, siendo a ellos los únicos que necesita y reconoce durante esta etapa. Si los padres le brindan esta protección, el niño se sentirá seguro y confiado de que podrá encontrar lo que necesita en su entorno para ser feliz. Pero si de pronto, a la criatura le quitan a quienes han cuidado de ella durante sus primeros 8 meses, a quienes ella reconoce como sus padres, puede que se sienta conforme con otra familia que le brinde los mismos cuidados a la que estaba acostumbrada, pero aún así tendrá presente el dolor de la separación y la inseguridad de que le vuelva a ocurrir.


Siendo este el caso, la menor tendrá miedo a encariñarse con las personas, no concientemente porque su mente está ocupada en aprender, pero si sentimentalmente, grado imposible de tratar por un tercero. Por estas circunstancias, a futuro la niña será desconfiada, aprensiva, e incluso paranoide.


Cuando Matilde tenga su primer amor, es muy probable que se sienta celosa por cada accionar de su pareja, guardando un miedo exagerado a perderlo. Cuando encuentre trabajo, se desempeñará arduamente para mantenerlo, pudiendo desarrollar cuadros de estrés y depresión peligrosos. Todo le causará desilusión y desesperanza, por lo que muy tempranamente deberá visitar psicólogos para evitar este caótico futuro.


Entonces, ¿para qué quitarle a sus padres? Si Marcela y Eduardo hicieron un buen trabajo e inevitablemente se encariñaron con ella, no corresponde hacerlos sufrir a ambos ni a la pequeña. Es cierto que eran sólo guardadores, pero eso no les impide sentir afecto por alguien a quien han tenido a su cuidado por 6 meses. Habiendo tanto niño huérfano esperando una oportunidad por tener una familia, cuando la Fundación Chilena de Adopción pudo haber dado en adopción a 2, prefirió sólo entregar a uno y herirlo en lo más profundo de su ser. Y no me vengan con la tontería de que el matrimonio Porter Castillo no estaba capacitado para ser padres, porque de ser así, en un principio no debieron haberles permitido cuidar de la menor. NADIE está preparado para ser padre, pero cuando te llega la alegría y la bendición de un hijo, lo das todo por él y por asegurarle una buena vida.


La Justicia chilena está mal hecha desde hace tiempo, pues no es capaz de darse cuenta que las emociones y las reglas pueden ir de la mano. Pues tampoco es capaz de darse cuenta que un asesino merece más tiempo en prisión que un violador, y que si alguien comete un delito por primera vez, lo más probable es que siga cometiéndolos cada vez que sean liberados. Y tampoco es capaz de diferenciar a un mechero de un guardia de seguridad, ni a una familia constituida, de un secuestrador.

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