domingo, 7 de marzo de 2010

Ese Mar que Furioso te Baña


El sábado 27 de febrero a las 03:34 de la madrugada fuimos azotados por el peor terremoto en 50 años en el país. La gente huyó despavorida a los cerros, esperando lo peor, sin embargo, las autoridades desmintieron de inmediato la posibilidad de un tsunami y llamaron a la calma, haciendo que la población regresara a sus casas. Media hora después, una seguidilla de olas arrasó con las costas del centro-sur de Chile. Las consecuencias fueron centenares de muertos y miles de desaparecidos. ¿Y el Gobierno? Bien, gracias.

Es cierto que nadie puede predecir un terremoto, pero en un país sísmico todos sabemos como afrontar uno. Desde el ’85, decenas de simulacros nos prepararon para huir a zonas seguras en caso de maremoto, pero de nada sirvieron cuando nos afectó uno real, ya que la Onemi, las Fuerzas Armadas y la Presidenta confabularon para que muriéramos todos ahogados. Puede que suene exagerado, pero seamos sensatos, así ocurrió.

Diez minutos ocurrido el movimiento telúrico, el Centro de Advertencia de Tsunamis de Estados Unidos alertó al SHOA (Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile) la posibilidad de que ocurriera un maremoto, pero la entidad chilena no fue capaz de confirmarlo a la Onemi (Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior), ni ésta a la Presidenta Bachelet, quien finalmente nos mandó a todos a la cama como si nada. Más que buscar a la entidad responsable de esta desinformación, debemos condenar la falta de precaución por parte del Gobierno, al no preveer la falla en las comunicaciones que suele ocurrir ante catástrofes de este tipo, y no contar con la telefonía satelital que nos hubiera sacado de apuros.

Hoy, todos se tiran la pelota sin querer asumir la culpa, y prefieren hacerse los lesos diciendo que ya habrá tiempo para análisis, cuando bien sabemos que en menos de una semana el Gobierno actual dejará la administración del país en las manos de Piñera, huyendo de la mala gestión que hicieron. Estos cobardes, porque no hay otro nombre para ellos, deben ser juzgados por las muertes de las que son culpables, al igual que deben ser procesadas todas aquellas Constructoras que hicieron edificios nuevos, y se cayeron al más mínimo remezón.

Respecto de lo último, cabe destacar que desde el terremoto de 1985 la norma que rige las construcciones obliga a las empresas a hacer inmuebles antitelúricos que sean capaces de aguantar un terremoto de 8º Richter sin problemas, y sismos superiores con daños superficiales y no estructurales. Por tanto, ningún edificio con menos de 25 años debería haber colapsado como ocurrió la semana pasada. A esto, se suma la indebida autorización que algunos Municipios hicieron a Constructoras para edificar en zonas de riesgo, todo a cambio de un jugoso botín de impuestos.

Chile está preparado para terremotos de este tipo, y por esta razón no hubieron tantas víctimas como en los terremotos de Haití o Indonesia, aunque por culpa de unos pocos, pudieron haber sido muchas menos. Estábamos confiados en que no volveríamos a tener un tsunami como el de 1960 en Valdivia, y hasta nos reíamos de la idea de que ocurriera uno. Hoy lloramos nuestro error, y poco a poco intentamos ponernos de pie, entre un mar de barro y escombros, que fueran producto de un nuevo ataque de nuestra eterna enemiga, que no es la Naturaleza, si no nuestra Inoperancia Gubernamental.

No hay comentarios:

Publicar un comentario