domingo, 18 de abril de 2010

Vade Retro, 1ª Parte


En su próxima visita a Gran Bretaña en septiembre, el Papa Benedicto XVI podría ser apresado y juzgado por encubrir casos de pederastia en la Iglesia, en tiempos en los que era Cardenal y estaba en sus manos sancionar o exculpar a los curas depravados, no sólo en esa nación, si no también en EEUU. Según él, todos esos perdonazos que hizo fueron por razones humanitarias y por el bien de la Santa Sede y sus feligreses, dando a entender que era más importante para él mantener la imagen “pura” de una institución religiosa, que hacer justicia por la inocencia arrebatada a miles de niños.


Pero no es de extrañar que las máximas autoridades eclesiásticas actúen de esta forma, protegiéndose los traseros unos a otros, mientras abren los traseros de seres indefensos despiadadamente. Ya hemos presenciado a lo largo de la historia como los salvajes sacerdotes romanos ejercían a la fuerza sus doctrinas, desde que eran adoradores de Júpiter hasta ser fervientes seguidores de Cristo. Demos una rápida repasada a sus "crímenes sagrados":


Hasta el año 311, el clero perseguía y crucificaba a los cristianos por la herejía de llamar “Dios” a un ser humano. Sin embargo, ese año el emperador Constantino se aburrió de cazarlos y se unió a ellos, convirtiéndose al cristianismo y ocultando de paso su vida de crímenes y destrucción con falsa misericordia y devoción. En el concilio de Nicea escogió junto a sus sabios cuales serían las escrituras sagradas que aparecerían en la Biblia, y según su conveniencia metió párrafos de mitos paganos, entre ellos leyendas egipcias, griegas y persas, con el único fin de reducir a una todas las religiones, para que fuera más fácil imponer la cultura romana a la hora de expandir su Imperio.


Así, propagó el catolicismo a la fuerza y hasta cedió tierras a los clérigos, para que el Reino de los Cielos fuese también terrenal. Quien se atreviera a poner en duda los dogmas de la nueva Iglesia, era condenado por sacrílego y expropiado de sus bienes, haciendo que la gente tuviera más temor de Dios, que adoración por Él. Poco a poco la Iglesia se fue haciendo más poderosa hasta ser parte plenipotenciaria del Estado, en lo que conocemos como el Sacro Imperio Romano.


El cristianismo se extendió en toda Europa, dejando un rastro de sangre de quienes se oponían a pensar como ellos. Famosas son las quemas de brujas, mujeres librepensadoras que exigían los mismos derechos que los hombres, y que sólo por educarse o tener relaciones fuera del matrimonio, eran asesinadas por herejes. Al mismo tiempo se iniciaron las primeras Cruzadas, que buscaban apropiarse de Tierra Santa antes que judíos y musulmanes. Millones de vidas se perdieron en esas batallas, la mayoría de campesinos y niños que eran enviados a defender a su Dios. El Vaticano, con su política antisemita, logró acumular innumerables riquezas tras saquear las ciudades enemigas, y seguiría haciéndolo por cientos de años.


La Inquisición española no fue menor, y la Iglesia Católica ordenó la matanza de 3 millones de protestantes. Durante la conquista de América, los soldados mataron incas, aztecas y araucanos por montones, destruyendo sus culturas y esclavizándolos para luego quedarse con todos sus tesoros, todo en el afán de la evangelización. En esa época, los grandes científicos también fueron humillados y torturados por dar explicaciones más realistas a los fenómenos naturales, de los cuales sólo se sabía mediante relatos fantásticos de la Santa Biblia. Galileo Galilei fue uno de ellos, quien tuvo que abjurar sólo por sostener el modelo heliocéntrico de Copérnico, en el que la Tierra gira alrededor del Sol. Cabe destacar que desde entonces, la Iglesia sigue sintiéndose con el derecho de decidir qué es o no es ético en el plano científico (clonación, células madre, anticonceptivos, etc.).


Siguió después una serie de matanzas, las más importantes ocurridas en Alemania, donde se llevó a cabo la Guerra de los 30 años, entre protestantes y católicos bajo el alero del Papa. Además de su apoyo en la Guerra Civil Española que permitió los genocidios franquistas, también participó del secuestro y esclavización de niños africanos y australianos durante la conquista de esos continentes, y en la era atómica, la Iglesia una vez más le dio la espalda a los judíos durante el Holocausto, y encima se quedó con todo el oro que Hitler le arrebató a las más de 6 millones de víctimas, una vez finalizada la 2da Guerra Mundial.


Como si no le bastara con todas las riquezas acumuladas, el Vaticano también hizo un desfalco al Banco Ambrosiano, por un total de 1373 millones de dólares ocupados para desestabilizar el régimen comunista en Polonia y financiar los asesinatos de la organización paramilitar argentina “Triple A”. Pero sus andanzas en Sudamérica no terminaron ahí, y en la segunda mitad del siglo XX apoyó la arremetida capitalista en Colombia y las dictaduras en Brasil, Bolivia, Argentina y Chile, además de su oscura relación con el gobierno de Fujimori en el Perú.


Los genocidas católicos han hecho lo que han querido en nombre de Cristo, actuando de la forma contraria a lo que predican, haciéndose tan ricos y poderosos, que el solo cetro de oro del Papa podría venderse para alimentar dos días al mundo entero. Más hipocresía católica mañana, en la segunda parte de este tema…

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