domingo, 5 de septiembre de 2010

Un Bicentenario sin Libertad


"Estamos bien en el refugio los 33", es la frase que nos llenó de alegría y que recordaremos por muchos años más, estampada en una hoja de papel a la que Sebastián Piñera le sacó más provecho que a un cheque de 1 millón de dólares. La prensa nacional e internacional llenó sus páginas con la noticia de los mineros vivos, y hasta un ministro que ningún proyecto ha mandado en su cartera, llegó a ser más popular y mejor evaluado que el monigote de Lavín.

Hoy la noticia sigue acaparando portadas, y no cabe duda que lo seguirá haciendo mientras dure el rescate, vale decir, hasta finales de año. El reality show a 700 metros de profundidad es el tema más hablado y visto por la comunidad, pero hay otros chilenos -que preferirían, con justa razón, no ser llamados así- que están aguantando sin comer más de 50 días, a oscuras en una celda, y todo por exigir su derecho a la equidad.

"Estamos mal en la cárcel los 32", es más que una parodia cruel de la consabida frase, es una realidad de la que recién ahora se empieza a hablar en la prensa. Desde el 12 de julio, 20 presos políticos mapuches, a los que se sumaron otros 12 y ahora último, 2 menores de edad, están en una huelga de hambre líquida exigiendo que no se les aplique la Ley Antiterrorista al juicio en su contra, y que se desmilitaricen las zonas de conflicto territorial.

La mencionada ley, creada durante la Dictadura, permite el doble enjuiciamento de los inculpados, mediante la Justicia Ordinaria y la Justicia Militar, esta última permitiendo la declaración de testigos sin rostro a los que ni siquiera pueden apelar los abogados defensores, y llegando incluso a triplicar las condenas. Esta ley, claramente vulnera el artículo 11 de la Declaración de Derechos Humanos en su totalidad, y en sí misma, su aplicación no se fundamenta dado que sólo corre contra quienes "atenten contra la integridad física, la vida o la libertad de las personas", hechos en los que ninguno de los detenidos han incurrido directamente.

Quemar un camión vacío o una parcela, o incluso disparar perdigones contra una persona, son delitos civiles castigados por la Ley Civil, y no tienen a lugar para la aplicación de una Ley Antiterrotista, anticuada y represiva. Ni yo, ni los presos mapuches, ni los organismos internacionales, exigimos que no haya un enjuiciamiento, sólo pedimos, de forma pacífica, que se respete el Estado de Derecho y que se haga valer la ley que corresponde para nuestros hermanos. No es por justificarlos, pero la historia global dice que cuando todas las herramientas de diálogo se agotan, el único camino que queda es la fuerza, y los mapuches ya han soportado más de 200 años de ser pasados a llevar por los Gobiernos de Chile una y otra vez.

Está de más decir el derecho ancestral que tienen sobre las tierras australes, pero también hay que hacer hincapié en todas las veces que han sido engañados y que les han comprado las hectáreas recuperadas a muy bajo costo, aprovechándose de su poca capacitación para administrarlas. El Estado chileno DEBE otorgar las herramientas al pueblo mapuche para autovalerse y explotar adecuadamente los terrenos que les sean devueltos, y además ha de asegurar que su cultura no desaparezca por la irrupción de los huincas y su costumbre arribista de destruir todo lo que tocan. La Nación Mapuche no es un sueño imposible de lograr, no si el país se federaliza y crea un miniestado para ellos y para el pueblo Rapa Nui, que proteja su identidad y su patrimonio con sus propias leyes y jerarquías. Es cuestión de voluntad.

Hoy no podemos festejar el Bicentenario sabiendo que mientras unos ya recibieron ayuda, otros todavía luchan por ser rescatados desde la injusticia, mientras son atormentados en una cámara oscura para obligarles a deponer la huelga, incurriendo en otra falta más al artículo 5 de los DDHH, el que prohíbe la tortura. Ya basta de que el señor de la sonrisa de silicona se burle del desconocimiento de la gente y ponga cercos comunicacionales en estos temas de importancia nacional. Si Piñera adora subir en las encuestas luego de "escuchar" al pueblo protestar, ¡entonces sal y protesta! Digamos NO a la Ley Antiterorista y exijamos una solución definitiva a la causa indígena en Chile. Que este fin de año no sean sólo 33 los que encuentren la libertad anhelada, sino que sean el doble los que sepan que la Justicia existe y que su país los respeta y los valora por lo que son y lo que representan. Marichiweu!!

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