martes, 15 de septiembre de 2009

Chile, País de Hipócritas


Hace unas semanas, se confirmó lo que ya era un secreto a voces desde principios de siglo: Gabriela Mistral era lesbiana. Curiosamente, lejos de escandalizar a los más conservadores, muchos al fin lograron comprender la naturaleza de sus versos y su apasionada labor de madre, aún sin tener hijos. ¿Será que al fin Chile se está abriendo de mente y dejando de lado la hipocresía? La verdad, creo que no.


En un país donde todavía causa revuelo hablar de la dictadura, y donde el autocultivo de marihuana sigue siendo penalizado como narcotráfico, es fácil darse cuenta que todavía nos queda un amplio camino que recorrer, un amplio camino que se llama Realidad.


Será nuestro afán de convertirnos en un mal llamado ‘país desarrollado’, o nuestro errado concepto de ‘moralidad’ impuesto por la iglesia, pero no podemos evitar el tener que mirarnos unos a otros y preguntarnos “¿qué mierda quieres?”. Y es que la gente sigue muy preocupada de si misma, de trabajar para pagar las deudas y mantener a su familia, y no tiene tiempo para sentarse a reflexionar y mirar más allá de su nariz. No somos capaces de darnos cuenta que en la casa de al lado hay un niño siendo abusado por su padre, que en la otra cuadra hay una mujer siendo maltratada por su pareja, y que en nuestra propia casa, nuestro hermano llega ebrio por culpa de un desamor. Pero luego, cuando en el noticiario aparece el padre preso por violación, en el diario sale el esposo detenido por femicidio, y en tu baño encuentras a tu hermano colgado del techo, sólo entonces das un brinco y exclamas “¡¿cómo no me di cuenta antes?!”. Es esa la realidad que seguimos obviando, que nos pega de golpe y nos remueve la conciencia por unos segundos, antes de volver a sumergirnos en la misma rutina que nos mantiene con los ojos vendados.


Porque SI, la dictadura dejó una larga estela de sangre, pero nos libró de ser una segunda Cuba. Porque SI, la droga existe y los yonkis siempre existirán. Porque SI, Gabriela era homosexual, y su pasión la llevó a ser la primera Nobel nacional.


Lo que hagas o dejes de hacer con tu cuerpo es cosa tuya; si quieres volarte y olvidar tus problemas por unos minutos, hazlo, que importa lo que te diga el Estado, tienes derecho a tu privacidad. Si tus sentimientos fluyen hacia alguien de tu mismo sexo, sólo déjate llevar, que importa lo que te diga una Iglesia corrupta, cuando ni siquiera ellos practican lo que predican. Gabriela Mistral fue una mártir más de una sociedad ciega, sorda y muda, que la obligó con desprecio a autoexiliarse para poder ser quien era, al igual como hizo con Bernardo O’Higgins, quien dio su vida por nuestra libertad, y le pagamos con la indiferencia.


Tú Gabriela, que alguna vez dijiste que todas iban a ser reinas, ahora puedes jactarte de serlo. Pero no como Gabriela, si no como Lucila. Y no como la reina de las poetizas, si no como la reina de los olvidados.

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