Cuatro mujeres fueron asesinadas y destripadas sin piedad, en un caso que complicó a Scotland Yard por semanas. Finalmente, resultó ser el doctor personal de
Seis mujeres embarazadas sufrieron graves hemorragias tras el parto. Dos de ellas murieron, y las otras cuatro fueron destripadas de sus úteros. No creo que el doctor Gull haya resucitado y sea el responsable, pero si creo saber quien tiene gran parte de la culpa: el médico de cabecera de
Edward Lorenz ha de ser el verdadero doctor Frankestein, que dio vida a esta monstruosa Teoría del Caos criminal. Nunca más iré a un casino ni jugaré Rol, Monopoly, o Poto Sucio, nada que tenga que ver con dados o naipes, porque me podría desangrar sin darme cuenta.
Una mujer de entre 22000 tiene posibilidades de sufrir una hemorragia a causa de inercia uterina durante una cesárea, y por culpa del azar, justo tocó que 6 de ellas tuvieron una en el mismo país, en la misma ciudad, en el mismo hospital, en el mismo pabellón y en el mismo día. ¡Uff! Creó que aquí parieron a la madre de todas las coincidencias.
Es evidente, lectores míos, que aquí hubo una mano negra y peluda interfiriendo en el caso. La misma mano que así como ingresó las ampollas del anticoagulante al pabellón 5, pudo ingresar un fajo de billetes en el bolsillo de algún funcionario público, todo para dejar libre de polvo y paja a un hospital emblemático de Santiago, como lo es el Félix Bulnes. ¿Acaso creen que sólo en Talca los doctores son malos? La salud pública en Chile es pésima, gente con enfermedades terminales deben esperar años enteros para poder ser tratados, y padecimientos que cuestan millones de pesos curar, no están cubiertos por el AUGE. Cuando hoy nos dicen que
Estamos hartos de la hipocresía existente, estamos hartos de que se nos esconda la verdad porque a los Señores de Arriba no les conviene que se sepa. Es urgente una nueva Reforma Previsional y una reforma general al Sistema Electoral que nos permita elegir a los Ministros por sus cualidades y conocimiento, y no que los escoja el Mandatario sólo porque son sus amiguis. Mientras eso no ocurra, seguirán desfilando por el pabellón de la morgue interminables ejércitos de pobres e indigentes, destripados por un sistema sordo y ciego, hambriento por ver nuestra sangre derramada en las urnas funerarias y electorales.
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