jueves, 13 de agosto de 2009

Reivindicación Mapuche


Si queremos entender este conflicto, debemos antes entender su historia:

1541. El 12 de febrero, el español Pedro de Valdivia llega al valle a los pies del cerro Huelén, y funda en él la ciudad de Santiago de Nueva Extremadura. Los mapuches, dueños originarios de esas tierras, juran defenderlas con su vida de los invasores. Desde ese día, parte la historia de batallas y muertes, por conquistar los territorios del pequeño país que llamamos Chile.

1641. El gobernador Francisco López de Zúñiga firma el tratado de Quilín con el toqui Lientur, el cual pacta la paz entre españoles y mapuches, eso tras 100 años de guerras en la Araucanía. El tratado establece la delimitación de tierras entre ambas culturas, siendo el río Bío Bío la línea fronteriza que dejaría al norte a los españoles y al sur a los mapuches. Este acto es considerado como el nacimiento del pueblo Chileno.

1866. Un francés loco llamado Orelie-Antoine de Tounens pretendía convertir la Araucanía y la Patagonia en un reino nuevo, prometiendo a los mapuches traer un ejército francés pa

ra derrocar a los chilenos. Obviamente esto nunca ocurriría, pero los lonkos le creyeron y lo nombraron Rey. El Presidente de Chile de entonces, José Joaquín Pérez, ordenó de inmediato la detención de este sujeto, y de paso planeó una ‘Integración Territorial’ de las tierras mapuches, para que formaran parte del país. Para esto, ordenó al coronel Cornelio Saavedra proseguir con la expansión al sur, rompiendo así con el tratado de 1641. Tras el encarcelamiento de Orelie y la construcción de fuertes en la frontera del Bío Bío, la Guerra de Arauco volvía a iniciarse.

1870. Luego de una fallida conquista pacífica por parte de los chilenos, estos procedieron a actuar con tácticas rivales, como la de ‘Tierra Quemada’ (atentados incendiarios). Como tampoco resultaron persuasivos, se inició entonces una Guerra de Exterminio contra los mapuches. Esto obligó a cientos de indígenas que no querían pelear, a emigrar a la Cordillera, y desde ahí hacia Argentina. En 1871

se pactó una tregua entre ambos bandos, la cual se extendería hasta 1881 debido a un conflicto mucho mayor en el norte: la Guerra del Pacífico.

1881. Tras la victoria en la Guerra del Pacífico y la incorporación de tierras peruanas y bolivianas al país, el afán de conquista de los chilenos seguía en pie, más aún luego de perder 1 millón de km2 de Patagonia literalmente 'regalados' a los argentinos. Así, regresaron con tropas y armas mejor

es hasta la Araucanía, llevando a cabo sangrientos episodios que terminarían el 1 de enero de 1883, cuando consiguieron recuperar Villarrica, una ciudad emblemática para los mapuches, que había sido conquistada 200 años antes. De esta forma, Chile consideró la derrota de los mapuches, trayendo colonos europeos a colonizar la Araucanía. Con la llegada del ferrocarril, las ciudades fundadas en el sur fueron unidas al país, y los mapuches fueron relegados a la Precordillera. Fin de la Segunda Guerra de Arauco.

1929. Roberto Anguita, dueño del fundo Chiguaigue, empieza a talar árboles pertenecientes al lof de Chekenko, propiedad de los mapuches desde 1908. Los comuneros acuden al j

uzgado local a denunciar el hecho, pero son ignorados. Décadas después, la familia Silva Correa adquiere el fundo que se suponía de 400 hectáreas, pero que ya había explotado más de 5000 has. de territorio mapuche. Desde ese momento empieza el reclamo masivo por las tierras, las cuales son devueltas sólo en 1970 por Salvador Allende.
1973. Con el Golpe de Estado, los pocos mapuches que cuidaban el fun

do fueron expulsados de vuelta a Chekenko, comuna que en 1983 fue dividida quedándole sólo 470,43 hectáreas para un total de 151 hijuelas.
1992. Con la vuelta a la 'democracia', la comunidad exige apenas 150 has. del fundo Chiguaigue que les pertenecían otrora, para poder trabajarlas tranquilamente. El Gobierno no los escucha porque Chekenko no se adhirió a la Ley Indígena que ordenaba un método democrático de directiva (presidente, secretario, etc), y siguieron con el método tradicional de Lonkos y Werkenes.

2001. Hartos de que el Gobierno se hiciera el sordo, los comuneros se tomaron el predio Chiguaigue en forma de protesta, pero fueron desalojados y detenidos por Carabineros. Desde ese entonces, comienza una ola de 'atentados' mapuches a los fundos y empresas exigiendo su justa reivindicación de tierras, hasta el día de hoy.

En el ’98 un grupo de mapuches crearon la Coordinadora Arauco-Malleco, la cual en un principio buscó exponer de forma pacífica las deudas territoriales de todas las comunidades indígenas, pero debido a los hechos ocurridos el 2001, la Coordinadora cambió su modo de actuar y empezó a usar la fuerza como método represivo, logrando de esta forma recuperar 1500 hectáreas, que de otra forma hubiese sido imposible conseguir.


Síntesis

Todos sabemos que después de una diplomacia fallida, viene una acción bélica. Estamos pasando por una nueva guerra civil, una Tercera Guerra de Arauco. Los mapuches tienen todo el derecho de reclamar lo que desde tiempos inmemoriales les pertenecía, ya que incluso son más chilenos que

todos nosotros juntos, que descendemos en su mayoría de los españoles. Son mucho más chilenos que la Presidenta Bachelet, cuya ascendencia es francesa. Por tanto, deben de ser respetados y recibir lo que históricamente el Estado de Chile les ha negado, la pequeña porción de la Araucanía correspondiente a los fundos Chiguaigue y tantos otros, los cuales les permitirán seguir trabajando, para así dejar descansar las tierras de Chekenko y Temucuicui que en tantos siglos ya se han desgastado. Pero si estas tierras son propiedad de empresas forestales y latifundistas, ¿cómo poder entregarles a los ma

puches lo que les pertenece? Simplemente, comprando los terrenos para luego entregárselos pacíficamente. Pero como es de esperarse, el Gobierno no está dispuesto en gastar millonadas por unos pocos ‘salvajes’, y en estos momentos están actuando al igual que en 1870, con una Guerra de Exterminio, usando a Carabineros como armas. Quieren la salida rápida, mostrando a los mapuches como terroristas a los cuales hay que eliminar. En tanto, los comuneros sólo piden un poco de dignidad y que se les respete su cultura, sin que se les impongan absurdas leyes y absurdos objetos de adoración, como los son el dinero,

el Estado y ese que llaman Dios. Ya es hora de terminar con esta masacre mapuche que lleva casi 500 años; no se sorprendan si tras la muerte a traición, por la espalda, del activista Jaime Mendoza las cosas empeoran en ambos bandos. Pido sólo un poco de seriedad y conciencia, son nuestros ancestros los que están sufriendo por el reinado del terror de la Concertación.


¡¡FUERZA HERMANOS MAPUCHES!! ¡¡RESISTA LA COORDINADORA ARAUCO-MALLECO!!

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